No existe el futuro, todo es un hoy… Interminable…
Tenemos que aceptar que todo lo vivido se ha convertido en un sueño, «algo que sucedió» en algún momento del camino. Lo real, lo perceptible, se mantiene atado al ahora presente. Cualquier devaneo arraigado a nuestra «actualidad» por lo general es producto de nuestra memoria y una que otra cicatriz señalada en el cuerpo.
Olvidar lo malo entendiendo que no contribuye en nada a «un buen presente» es una dicha que se adquiere por obra y gracia de una mente que ha evolucionado gracias, precisamente, a «esos» momentos malos. Hacer consciencia que la vida no es un destino, sino parte del camino, nos servirá para soportar mejor la travesía que viene cargada de tanto… Y de todo.
Uno no está vivo, si no ha entendido que la vida no es una elección individual y mucho menos «una creación por sí mismo». Ni algo espontáneo o premeditado. Si tuviésemos la «facultad» de crearnos y de «marcarnos» el camino a vivir, es muy probable que el mundo contara con muy pocos habitantes.
El azar o el destino, posiblemente sean fichas de este juego llamado «vida» sin embargo, la ecuación que contabiliza e influye en esta es tan complicada que lo mejor es «obviar» cualquier pretensión de entenderla y aprender a fluir en los desmanes y gozos que esta nos proporcione.
El presente es de malabaristas. Cada gota, cada lágrima, cada grano, son componentes de un conjunto mayor que están más allá de tu egoísta insistencia de pensar solo en ti. Sin embargo, las opciones que tenemos no nos dan mucho espacio para «dividirnos en cuatro» y «compartir» esta individualidad aferrada a un cuerpo intentando sobrevivir a los desaciertos de la vida.
¡A la buena de Dios! Ha alcanzado el hombre a exclamar desde su mismísima existencia. ¿Qué otra expresión podría decir ante su fracasada búsqueda de «la verdad»? Vivir en el presente es realmente lo único cierto de todo este berenjenal.
El pasado es lo más parecido a un sueño y del futuro podríamos decir que «es un sueño a soñarse». Y a todo esto, ¿qué son los sueños? Espejismos que se diluyen a cada paso dado o quizás son «otras» vidas paralelas.
Como ya se abran dado cuenta, yo estoy tan perdido como ustedes intentando encontrarle la quinta pata al gato. Uno se mete en «estos líos» de escribir «profundidades profusas» que después no sabe ni por donde salir. Por eso me encanta esa expresión dominicana que me exime de cualquier desacierto «hablando como los locos»…
Si te quedas varado en el pasado o a la «expectativa» del futuro, no alcanzarás a vivir el presente que es lo mismo a estar muerto en vida en esta dimensión terrícola. Una dimensión que se sostiene de «ahoras» constantes que se diluyen incesantemente al pasado y se escabullen discretamente al futuro sin lograr alcanzarlo.
Se puede llorar de lo llorado y reír de lo reído, amar de lo amado y odiar a lo ya odiado, pero jamás se debe morir de lo vivido ni esperar morir por lo anhelado.
No existe el ayer ni el mañana, pero tampoco existe el hoy si no estás presente. Si tu vida se quedó en acontecimientos del pasado o en expectativas del futuro lamento decirte que eres una lápida andante. Una sombra que ni siquiera el sol vislumbra. Un fantasma que a nadie espanta. Huellas que caminan solas en la arena, un trueno sin rayo que no determina alguien.
Si tu pasado siempre es tu presente, tu futuro siempre lo será también. El presente se renueva cada día con su dar y su «quita». Con una pizca de ausencia y otro tanto de presencia. Una esquina desconocida por conocer, un disparo, una flor, un beso.
O sea, hablando como los locos «el futuro siempre es tu presente». ¡Salud!. Mínimo Caminero.
massmaximo@hotmail.com
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach).
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