Dentro de todas las ideas filosóficas, el Solipsismo, suele ser una de las más interesantes. Esta plantea que solo “uno” “seguramente” … existe. Es decir, cualquier otra cosa que este fuera de nuestra mente…puede no existir.
Los antiguos atenienses, consideraban que los habitantes de Soli, Cilicia, hablaban un dialecto “raro” que hacía que el de ellos, el ático, sonara distinto. Le llamaron a este “defecto’ solecismo.
Nada de esto es de extrañar ya que, en cualquier parte del mundo, los pueblos, de cualquier nación, suelen tener fonéticas distintas.
Un cibaeño (en República Dominicana) gesticula y “verbea” diferente a un sureño, solo por poner un ejemplo.
La gente de Santiago de Cuba, hablan distinto al habanero. Igual un paisa es otro frente a un bogotano.
Cada una de estas diferencias crean un ánimo de pertenencia que, subliminalmente, nos conduce a una identidad nacionalista y hasta a un ego superficial que nos lanza a un orgullo vano.
¿Podríamos decir que estas dos palabras tan parecidas “solipsismo y solecismo” tienen una causa común o una definición “escondida” que las hace cómplices?.
Hasta el momento, no he encontrado “algo” que las asocie, sin embargo, para mi tienen mucho en común.
Para un metafísico, el solipsismo es “un yo” donde todo lo demás no existe. Todas las representaciones, incluidos usted o aquel, son realidades que solo ese “yo” las crea y no tienen una existencia independiente…
Podríamos decir que, en el mundo actual, somos todos “solipsistas”? ¿vivimos para nuestro bienestar como si los demás no existieran? ¿es el capitalismo un solipsismo puro, por no decir brutal?.
Cuando se está hundiendo el barco, todo el mundo busca salvarse.
En la coyuntura actual, con una pandemia inexplicable que se “pega” hasta de sacar la cabeza por la ventana, es normal que el solipsismo abunde por todo el barrio.
Ya no se trata de defender los atropellos gramaticales, ni de sacar la banderita del pueblo en pro de defender nuestra forma de expresarnos.
Ya ni el pueblo, ni la región, ni el país está en entredicho. Ahora es un sálvese el que pueda y la solidaridad parece guarecerse solo en los hospitales.
En la primera línea de batalla, donde las enfermeras y doctores arriesgan su vida a diario, se ha devanado el yo interior.
El solipsismo que sueña una realidad “creada” exclusivamente a su mente, se derrama por los pasillos estrechos del hospital.
Entre gritos y murmullos de almas que magullan extraños “dialectos”. Solecismos que vuelan buscando a “ese otro yo” que le pase la mano.
No estamos enfrentando un asunto particular ni exclusivo a una sola persona. No es una realidad creada que le pertenece a uno solo.
El mundo siempre necesitará el concurso de otras manos hacendosas, caritativas y humanas para juntos avanzar y construir una realidad que beneficie a todos.
Mientras el yo siga prevaleciendo, nuestras carencias serán mayores. Filosóficamente está bien encontrarnos de forma interior, pero ese descubrimiento ha de ser en busca de una luz que nos arrope a todos.
¡Yo, si! ¡Pero tú también!. No importa cómo me exprese o con qué gestos traten de decirte que eres importante para mí y para todos. Seamos parte de la primera línea de batalla. ¡Salud!. Mínimo Caminero.
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach).
massmaximo@hotmail.com
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