Para evitar un colapso total, en la República Dominicana se tiene que hacer frente a tres crisis al mismo tiempo. No es que un mago accione desde su sombrero para presentar soluciones en el accionar social: El momento es sumamente crítico y con una salida estrecha.
Hay una crisis sanitaria de amplias repercusiones, ambientada en el desbordado coronavirus; hay una parálisis económica que se va a dejar sentir por largos meses, porque no habrá una recuperación económica en un cambio de luces, y está la crisis política que se viene arrastrando desde las primarias de los partidos políticos.
En consecuencia, no hay solución individual a una de estas crisis, sino que todas están hermanadas. Se tiene que ir desde ahora con alternativas y soluciones parciales, pero sus efectos serán a largo plazo.
La crisis electoral puede ser la que tenga una salida más fácil. Solo hay que celebrar los comicios en el mes de julio, y bailotear al ganador. Puede ser una primera o en una segunda vuelta. Si no hay elecciones antes del 16 de agosto, se caería en un vacío institucional.
No se ha llegado a ese punto, por lo que cualquier consideración no pasaría de ser mera especulación. Si la pandemia lo permite, se van a celebrar las elecciones. Es el único camino para mantener la paz y la democracia en el país.
No importa la abstención, los dominicanos que decidan ir a las urnas, ellos impulsaran la escogencia del nuevo presidente y de los legisladores. Si no se pueden celebrar las elecciones, lo que se tiene que evitar es buscar a la carrera salidas débiles, pero que puedan estar en el marco institucional.
En cuanto al coronavirus, no hay a mano ninguna medida para poder controlarlo. Ha doblado las rodillas de las grandes potencias y estas desesperadas tomen una medida de choque, que es reabrir los comercios y la industria en medio de los infectados y los muertos.
A nivel local, la única forma de hacer frente a la pandemia es seguir las recomendaciones de los organismos sanitarios. Evitar el roce social, salir lo menos posible a las calles y si lo hace con mascarillas, guantes y a dos metros de distancia.
Si no se respeta la cuarentena y el toque de queda, y las calles se desbordan en medio de las infecciones, estaremos caminando hacia la autodestrucción colectiva. En esta lucha no hay soluciones mágicas, sino que cada persona tiene que cumplir con su cuota de responsabilidad y sacrificios.
La crisis económica, está hermanada de las otras dos. Con el coronavirus en marcha, la economía estará postrada, y sin la celebración de elecciones habría inestabilidad en el país, que no sería buen clima para el comercio.
Esta es una marcha de gigantes, de valores y de sacrificios. No hay superhombres para llevarla al éxito, sino que se necesita la cooperación de todos los ciudadanos. Si nos unimos y dejamos resquemores a un lado, vamos a triunfar. El deseo de vivir, vencerá el coronavirus. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
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