El entorno sin dudas que es importante para la formación del «ser» humano que todos llevamos a cuestas.
Nacemos como una hoja de papel en blanco y la vamos llenando de acuerdo a los hábitos y costumbres que nos rodean.
Si crecemos en la selva, nos hacemos expertos en los sonidos que surgen de ésta. Si en la ciudad de todo el alboroto y así las ideas y maneras de cada tribu, pueblo o ciudad.
El ser humano parece nacer con un destino marcado. Su conciencia se va estructurando de la información que percibe.
Es por ello que vemos a «tantos seres humanos» con altos grados de insensatez, con traumas, depresiones, manías y toda clase de desatinos. De la misma manera otros, pasivos, atinados, sensatos, objetivos y compasivos.
Algunos se afanan en alcanzar riquezas y harán hasta lo imposible por ello. Otros, nunca escucharan esa palabra. Ni tendrán la certeza de aspirar a ella.
En el mundo actual, por no decir en todas las épocas, el hombre en vez de hermanarse busca como destruirse. Las envidias, ambiciones u obstáculos merman su crecimiento personal.
No solo en la destrucción física, sino aquella otra en la que se impone para dominarlo y oprimirlo como si fuese otra bestia salvaje del planeta.
Somos verdugos de nuestra propia especie. Anhelamos conquistar el universo y muchas veces no podemos ni con nuestra propia casa.
Seres humanos que hemos «desvirtualizado» esa palabra, como yo ahora, y es que el «ser humano» solemos aplicarla hacia alguien que actúa de forma virtuosa.
Sin embargo, comer animales, que también piensan y tienen sentimientos como «los humanos» …no tiene nada de virtuoso y sí mucho de salvaje.
Destruir el bosque tampoco acarrea nada de «humano». Contaminar el aire o los ríos, arrojar inmensidades de basura por todas partes…no compagina con ese atributo de palabra con que solemos llamarnos.
Yo intenté hacer un escrito que evocara nuestro privilegio de ser una especie única y dotada de virtudes que nos condujeran por buenos caminos, sin embargo, seria hipócrita si no reconociera que son más los daños que los aciertos.
¡Somos increíbles!. Brotamos de un planeta generoso que nos creó y nos convertimos en su virus mortal. Somos la plaga que se autodestruye por nada.
Inventamos la ambición basada en posesiones a las que les hemos dado «valor». Objetos que en vez de darnos libertad nos hacen esclavos.
Construimos bombas capaces de arrasar la tierra y dejarla inservible contaminada de radiaciones por cientos de años en nombre de «la supervivencia y la paz».
Realmente no me nace hablar del amor y la compasión de la que también estamos dotados. Tenemos tanto de malo que lo bueno también está contaminado.
Si hablamos del amor de familia, no miramos el egoísmo del que ésta está sostenida. ¿instinto de supervivencia de la estirpe? Sí, exactamente como hace una vaca con su becerrillo, y nos bebemos la leche de la madre y le matamos al hijo para servírnoslo en suculentos y adornados platos…
Decía que existíamos «algunos» pasivos, atinados, sensatos, objetivos y compasivos. Y si los hay, pero con un alto porcentaje de «participar» en esos «pequeños» holocaustos que por razones culturales se nos hacen invisibles a los ojos y al…paladar.
Yo, soy tan solo un ser humano. Rodeado de ambiciones, angurrias, deseos carnales y carnívoros. Insaciable chupador de sangre como Drácula o meticuloso en dejar toda mi fortuna a lo único que me importa en este mundo, mi «dinastía»…
Terminaremos con el país vecino, luego con el continente y de paso finalizaremos con nosotros mismos.
¿Qué les parece?. ¡He intentado comenzar esta reflexión humana «humanamente» y he terminado extinguiendo el planeta…se los dije!. Yo soy tan solo un ser humano…un ser humano solo… como canta Aute. ¡Salud!. Mínimo Caminero.
massmaximo@hotmail.com
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach).
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