¿Qué es la realidad? ¿Será acaso lo que ves o lo que sientes? Y lo que no se ve ni se siente, ¿qué es?
La realidad humana está atada a una masa que necesita alimentarse para sostenerse. Esta particularidad nos ata a determinados factores que no son, en realidad, nuestra verdadera «realidad».
Somos como esos superhéroes que mantienen incógnito, detrás de una máscara, su real identidad. Una vez desvanecido el cuerpo nos revelamos quienes somos… «En realidad»
¿Quiénes somos? En esta realidad terrena somos una fragata navegando en diversos mares. Provocando mareas altas y bajas y de vez en cuando uno que otro vendaval.
Piezas dispersas, pero bien estructuradas, de un acertijo muy alto a nuestro grado de comprensión. La realidad se va creando a medida que avanzamos en el tiempo.
No tenemos que movernos ni hacer nada, si así lo deseamos, el tiempo camina por nosotros en complicidad matemática con la ecuación asignada. No hay escape al resultado, quizás uno que otro «error» que se autocorrige al instante.
El mayor gasto de energía que perdemos en esta realidad humana son los pensamientos especulativos que lanzamos constantemente tratando de explicar, lo inexplicable.
Si tan solo redujéramos un diez por ciento de esos pensamientos absurdos, obtendríamos una calma evidente en este momento provisional humano.
Hacer consciencia de que los pensamientos ocupan un espacio mayor y estéril de la vida nos brindaría una vida, precisamente, más real.
Si dejáramos de pensar un 50% de lo que pensamos, por gusto, lograríamos enfocarnos realmente de lo que «es» real en la tierra.
Una mente limpia y descargada de suciedad mental, es decir, de todo ese carnaval «sambatico» que alborota regaladamente y sin piedad, sería prácticamente un alma casi despierta en un territorio de baja sintonía espiritual.
Para estar presente en esta dimensión es necesario bloquear la mente. Cerrarla a todos los pensamientos que nos distraen y que nos hacen perder lo único que tenemos… tiempo.
¡Cuando ese tiempo se acaba, se acaba la realidad y despertamos «en otra» realidad, quizás la real realidad o quien sabe…!
Para disfrutar de todas las realidades es preciso estar conscientes de sus particularidades. Aprender a fluir es un asunto urgente y necesario.
Si alcanzásemos lograr controlar la mente y poner bajo llave los pensamientos sin sentido, podríamos decir que estamos viviendo realmente una realidad irreal, ¡si! Porque la realidad escapa constantemente tal y como hace el tiempo… y como hacemos tú y yo.
La idea no es de convertirse en buda ni de buscar la iluminación añorada para luego no querer hacer nada. La idea es la de «vaciar» esa carga fastidiosa para, precisamente, ocupar el espacio y enfocarnos en lo observado y poder sentirlo y disfrutarlo.
Si usted pasó por esta dimensión sentado viendo la televisión o como zombi en su celular. Usted es parte de ese gran porcentaje de ecuaciones cósmicas manejadas cual marionetas sin ningún tipo de error que pueda dar un resultado «distinto».
¡Parar de pensar es el secreto! Sacar la cabeza por la ventana y después saltar del balcón a la calle. Sin rumbo, ni trabas, ni sueños perfectos y calculados.
La realidad se transforma a nuestro favor a medida que solemos observarla. Ella se mostrará escurridiza y ruborosa, ya que anda desnuda. Vestirla es parte de ese entramado del universo.
Lo que logres ver y sentir esa será tu realidad, lo que no, es solo el sueño de otra realidad a la que no estás capacitado escudriñar. Y vivir en una irrealidad que no es la realidad, es un sueño perdido, algo así como una pesadilla, que no deja de pensarse, ¡salud!. Mínimo Caminero.
massmaximo@hotmail.com
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach).
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