La consciencia pide por un bienestar para el cuerpo. Pero la consciencia está más allá qué esté. Por lo tanto, la consciencia está pidiendo un bienestar para qué su sostén, o sea el vehículo que la transporta, sufra menos. Es cómo ese afán de que duré para que está duré, pero… La consciencia no está consciente de que, con la caducidad del cuerpo, esta logrará su libertad.
Entonces, ¿Quién realmente está consciente de lo que sé pide? Al parecer, la consciencia no lo está. Es menester aquí preguntarnos ¿Al pedir, lo hacemos realmente desde la consciencia o simplemente desde la mente? ¿Lo hacemos dé forma automática sin adentrarnos en nuestro verdadero yo?
Aquí cabe otra pregunta ¿Si lograremos pedir, desde nuestra consciencia, pediríamos lo que pedimos, es decir, lo que representa un bien para el cuerpo? Al parecer, todo el qué logra alcanzarse y tocar su ser, alcanzaría iluminarse y en consecuencia todo lo material no tendría sentido para él…
¿A quién le estamos hablando?, o mejor dicho ¿Quién está pidiendo? Este ser humano, que somos todos nosotros, vive en una «burbuja» que al parecer no le permite «ser», es como si viviéramos dentro de un disfraz «que intenta»; llamar la atención, darse a conocer, recibir halagos, entre otras vanidades y todo eso es simplemente un «intento» por «alcanzarse», aunque ni el mismo sepa ¿Qué es lo que quiere alcanzar?
La próxima vez que usted intente meditar, hágase estas preguntas e intente «razonar» a quien le estamos hablando y que buscamos con ello.
Si usted, o yo, le estamos pidiendo a «algo», primero haga consciencia dé ¿Quién es usted? ¿Es el ser disfrazado o es su «alma» o consciencia, la que pide? Si pide cosas materiales o de cualquier bienestar de salud, entonces es su disfraz; Igualmente, si lo que pide es «alcanzar» un mejor grado de espiritualidad, también es su disfraz…
Vamos a ver, para que no nos perdamos en este latido. Todo el que pide, es porque no tiene claro que quien está pidiendo, es decir, usted, es una «copia» programada para «funcionar» en esta dimensión de acuerdo a las leyes que esta rige. Por lo que, usted, pide a «alguien» que se «imagina» lo está escuchando…
Pero, ¿Quién es «ese» alguien? Yo sé que la mayoría cree en «un Dios», de los tantos que hemos creado, sin embargo, la buena noticia, es que ninguno lo librara de todos los acontecimientos, buenos y malos, que le pasaran en la vida y al final no lograra «persistir» ni convencerlo, de que lo deje vivir… toda la vida.
Digo buena noticia, porque con el desgaste del cuerpo, logramos apagar esa mentira «de consciencia programada» que fue incapaz de llegar al «sí» verdadero, que es lo que «en verdad» somos… lógico, estos latidos son especulativos…
Cuando logramos «discernir» entre lo que, pienso que «soy» y lo que, en verdad, «soy», podemos hacernos esas preguntas de más arriba. ¿A quién le hablo? Se supone que «yo» le estoy «hablando» a alguien, pero nunca nos preguntamos. Quien es realmente «el que está hablando».
Un juego de «dos identidades», en la cual, «una» sabe quién es y la otra…no. La impostora es material y la real «un soplo», una leve briza, una esencia energética y vibracional. La material necesita la materia, la esencia goza en la nada. Una es prisionera de las pasiones, la otra es libre como el viento.
La próxima vez, que te zambullas en los pensamientos de la almohada, razona sin apegos y abierto a todas las posibilidades absurdas o locas que se te pudieran presentar. Alcanzar «razonarte» y verte en lo que realmente eres, es una experiencia placentera y liberadora de las complejas ecuaciones terrenales.
Uno no «alcanza» a descubrir el propósito o sentido de la vida material, pero si aprende a conversar con uno y hasta se hace cómplice del juego, porque entiende, que quien habla está soñando desde en un sueño, tan insólito como todos, y que despertara en algún momento en esa esencia energética en donde todo vibra a la perfección y donde no tendrás que preguntar. ¿Quién habla? Porque al fin serás tú. ¡Salud! Mínimo Caminero.
massmaximo@hotmail.com
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach, EEUU).
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