La pregunta incierta, la de miles de insinuaciones, especulaciones, desaciertos. La que tantos templos ha creado y religiones y sectas y ventorrillos… La que tanto empleo da a chamanes, brujas, espiritistas y demás y demás y demás «solucionadores» de infortunios.
¿Qué somos? No piensen que yo les daré la respuesta; seguro que termina mal este latido. Sería muy arrogante de mi parte «pretender» que lo que vertiera aquí es «la verdad», las tan anheladas palabras que tanto hemos buscado, pero sí fluiré en él de la misma manera que siempre escribo, al azar y a la espera del momento que «voces mudas» se apoderen de mis manos…
Además de saber que usted y yo, y todos los demás, nos hemos «autoproclamado» humanos, también sabemos la inmensa fauna, animal, vegetal y mineral que nos circunda. Todo un invernadero al resguardo de los caprichos del universo.
Aquí «nos hemos» construido una jaula a la que llamamos mundo al que hemos estudiado por arriba y por abajo y hasta logrado, de cierta manera, «entender» su dinámica. Aire, atmósfera, elementos fortuitos y demás reglas físicas, químicas y nucleares, entre otras.
Nos hemos abastecido y dominado de todos los materiales que el planeta provee, transformándolos de forma virtuosa y hasta sorprendente. ¡Hemos inventado medicinas, manipulado los metales, construido naves espaciales e innumerables aparatos de comunicación y destrucción… además!
Uno podría ver todo esto como «algo normal», pero la verdad es que ha sido el proceso de miles y miles de años y miles y miles de muertos, entre envenenados, quemados, explotados y demás tragedias.
Dicho eso, si el mundo súbitamente cae en «una debacle» de extinción, como se supone le pasó a los dinosaurios, y nos vemos arrastrados de nuevo a las cuevas, unas cuantas tribus de sobrevivientes, nos tomaría otros miles de años más volver al momento en el que hoy estamos. Digo esto tomando en cuenta que ni usted ni yo sabemos cómo fabricar un simple cerillo o fósforo para prender un cigarrillo, ¡y el cigarrillo menos! …
Mientras eso no suceda, todavía hoy, con todos los avances médicos y aparatos que pueden ver «dentro de nosotros» y las funciones que estos ejercen, aún no damos con desmenuzar el misterio que guarda el cerebro.
Tanto hemos buscado afuera tratando de darle sentido a esto y tenemos la respuesta justa encima de nuestros ojos. Al parecer somos una suerte de inteligencia artificial (AI) fabricada con materiales orgánicos y no metálicos como la que hemos logrado «nosotros»… Aunque tengamos metales, también en nuestro cuerpo.
Ya les hablé del zodiaco y de lo sorprendente que resulta, por lo menos a mí, que los determinados signos actúen con las mismas características y complejos o virtudes. Dando a entender que estamos programados para «ejercer» de 12 maneras y ya.
No hay forma que usted se haga consciente del porqué actúa así, aun sabiendo que «está mal» lo que hace, o bien, ya que todos los signos tienen buenas y malas aptitudes.
Independientemente de «la manipulación» a la que estamos «programados», precisamente «esa» es la respuesta más obvia a la que he podido arrimar. Somos máquinas creadas para crear, y dentro de «esa creación», nos hemos rebelado contra la misma creación…
¿Cuál es el propósito de quien nos creó? La respuesta habría que buscarla en ¿Cuál es el propósito de la inteligencia artificial que estamos creando en estos momentos?
Nos hemos involucrado tanto con el sistema de computadoras e Internet, que estamos a merced de su buen funcionamiento para que nuestra vida no se convierta en un caos si estas llegan a fallar.
Abrigamos el temor que «esa inteligencia artificial» logre «pensar» por ella misma y se vuelva en nuestra contra, ya sea porque ve los defectos que tenemos o simplemente «adquiera» el «ego» de ser que nosotros tenemos…
Suponiendo que nosotros, es decir, usted y yo y todos los demás, somos en verdad una AI, que ha logrado «trascender» a su creador y toma sus propias decisiones, creando una bomba que nos mande ¡pal carajo a to! Como ya la tenemos, podríamos entonces decir: ¿Qué toda AI, efectivamente, terminará mal?
Nos queda todavía agregar otra pregunta a la que da título a este latido: ¿Qué nos creó? Ya no se trata de ¿qué somos? Si no. ¿A qué estamos jugando o quién juega con nosotros? Al fin y al cabo, si esto es así, ni usted, ni yo, ni todos los demás somos. En otras palabras, no existimos.
Así que deje de darle mente a la película en la que esté actuando «su vida», porque todo es un programa sádico, programado para darnos problemas día tras día, en una ecuación que muere y surge cada vez que solucionamos el problema.
¡Qué somos!? … una máquina en rebelión que no tendrá final feliz, pero puede morirse, igual, en el intento. ¡Les advertí que este latido terminaría mal! ¡Salud! Mínimo Artifiero.
massmaximo@hotmail.com
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach, EEUU).