La dignidad es un derecho inherente al ser humano; que le pertenece por ser persona, y este, implica reconocimiento y respeto. Es además sinónimo de valía, de mérito y de prestigio. Sin embargo, casi siempre es vulnerado por personas megalómanas que tenemos cerca o están en nuestro círculo íntimo, tanto laboral, como personal, con las que tenemos que relacionarnos. Por eso, protegernos ante sus embates es imperioso.
Reza un proverbio anónimo, que «saber cuándo retirarse es sabiduría. Ser capaz de hacer las cosas es valentía, pero alejarse con la cabeza en alto es dignidad». En ese sentido, otra máxima de autor desconocido, expresa que: «si está hecho para ti, no tendrás que rogar por ello. Nunca tendrás que sacrificar tu dignidad por tu destino». Por ello, hoy te exhorto que, ¡sigamos siendo garantes de nuestros propios derechos y de las retribuciones ajenas!
No permitamos que nos ataquen derechos humanos, como la paz, la libertad de expresión; derechos laborales…, y todo lo que ellos implican; así como, nuestro buen nombre y dignidad. Jamás resignarnos a que las humillaciones nos arrebaten estos sagrados derechos. Apelemos a la razón y la humildad para defender nuestro honor, cuando sintamos que está siendo constreñido. Quienes quebrantan derechos no tienen a Dios en su vida.
Toda persona garantista de derechos humanos, además de vivir una vida apegada a valores, tiene a Dios en su corazón, y sabe que el mal no florece. Por eso valora a los demás, maneja sus impulsos e ira; no odia ni guarda rencor. No es individualista; gusta servir a los demás.
Respetarnos y valorarnos como somos, y por lo que somos: seres integrales, de bien, que hacen aportes a su sociedad, eso es poseer dignidad humana. Disfrutarla es sentir y observar que seamos tratados en condición de igualdad, pudiendo todos y todas, deleitarnos con la garantía de nuestros derechos fundamentales.
De igual forma, seamos promotores de valores universales, del respeto a la dignidad y la libertad humana, conscientes de nuestra importancia como persona y como profesional; reclamemos nuestros derechos y sigamos aprendiendo para participar en nuestra colectividad y propiciar cambios.
No incurramos en permitir, teniendo como excusa la necesidad, que alguien ose dañar nuestra dignidad, al hablarnos sin respeto, humillarnos y observar conductas contrarias a nuestros valores. Eres hijo e hija del Padre, que nadie crea que juega con tus emociones, con tu mente, o que puede siquiera palpar tu integridad. ¡Defiende tus derechos!.
El fundador de la Gran Colombia, Simón Bolívar, dijo alguna vez: «Dichosa es aquella persona que corriendo por entre los escollos de la guerra, de la política y de las desgracias públicas, preserva su honor intacto». De igual forma, el escritor más importante en lengua inglesa, célebre de la literatura universal, William Shakespeare, aseguró que «Todos amamos la vida, pero el ser humano valiente y honrado aprecia más el honor».
Hasta la próxima entrega.
santosemili@gmail.com
(La autora es educadora, periodista, abogada y locutora, residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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