Un censo no es una fiesta, lo que tanto nos gusta a los dominicanos, pero tampoco es una situación calamitosa por la que haya que temer. Se trata de un conteo. Contar, por ejemplo, cuántos somos, determinar las condiciones materiales de existencia y qué cantidad de extranjeros hacen vida con nosotros. Eso conlleva disciplina y buena voluntad.
Desde ayer y hasta el 23 de noviembre, la República Dominicana se somete al Décimo Censo Nacional de Población y Vivienda, por disposición del Gobierno y por imperativo de las circunstancias. La comprobación de los datos que arrojará el Censo resulta de interés esencial para planificar políticas públicas, pasos a dar.
Unas 35 mil personas trabajan, bajo la dirección de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), para realizar el empadronamiento a nivel nacional. El presidente Luis Abinader encabezó el acto en el cual se comunicaron los detalles de la actividad. El Estado dispondrá de un presupuesto que supera los 3,000 millones de pesos.
El Gobierno confía en el éxito de la jornada y para ello se han contratado recursos tecnológicos de alta confiabilidad. Me parece lógico el razonamiento del mandatario en el sentido de que para diseñar políticas públicas correctas y eficientes se requieren datos reales “de la situación de nuestra gente y los territorios».
La colaboración de la población es fundamental para que el empadronamiento resulte exitoso. Cada familia recibirá a los empadronadores durante unos minutos, no requiere pago alguno, no hay que mostrar habitaciones, ni documentos de propiedad. La cuestión es responder solo las preguntas contenidas en la cédula censal.
Los representantes del Censo irán debidamente identificados y presumo que correctamente vestidos, para evitar suspicacias y desconfianza. La información confiable conviene al Estado, al empresariado y también a la población, sobre todo al segmento más requerido de asistencia y de las acciones sociales que debe dispensarle el Estado.
El Décimo Censo de Población y Vivienda viene amparado en el decreto 420-22, el cual dispone que el empadronamiento se realice a nivel nacional durante el citado período de catorce días. El decreto establece que las actividades públicas y privadas continuarán su normal desarrollo durante el período de ejecución del Censo.
Planificar es propio de las sociedades desarrolladas. Cuantificar personas y bienes es conveniente para la planificación. Toda persona sensata debe contribuir al buen desarrollo del Censo. Se trata de un recurso estadístico, de carácter científico, usado por los países para trazar sus políticas públicas.
rafaelperaltar@gmail.com
(El autor es periodista y escritor residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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