«No tienes que ser grande para empezar, pero tienes que empezar para ser grande». Robert L. Stevenson
Lo más difícil es comenzar, uno se afana en «ser» que, antes de lograrlo, se faja con uno mismo. Los principios son la parte más dura de cualquier empresa, sea individual o colectiva.
La planificación, los miedos, las dudas y todas las demás «decisiones», que nos toca tomar, tienden a paralizarnos y turbarnos en instantes que pudieran convertirse en años y a veces, toda la vida.
Uno se va enredando en situaciones que luego no sabe cómo salir de ellas. Tu pareja, tu trabajo, tu familia, tu país y hasta tu vida pudieran convertirse en obstáculos a los que tendrás que cambiar si en verdad deseas «ser tú».
Cada principio tiene un final, así te quedes atado toda la vida con este. La vida principia y termina. Los principios serán el pan de cada día y, si no te has dado cuenta, los tendrás que emprender en múltiples ocasiones.
Y no serán solo aquellos para cambiar tu vida, sino «otros» en los que tendrás que irte sacudiendo de gente nociva y tóxica atada a ti.
Comenzar de nuevo es quizás, una de las tareas más difíciles a la que nos enfrentemos, ya que estamos habituados a hábitos y costumbres que hay que «desarraigar».
Y no se trata solo de «grandeza», como nos sugiere Stevenson, sino de lo más preciado y tardío que llegamos a reconocer, la paz de tu espíritu.
Estar en paz es una de las cualidades más exquisitas a la que debemos aspirar, sin embargo, esta viene atada a nuestro entorno o a los hechos del pasado, por eso es que, hay que tomar decisiones trascendentales.
Dentro de todos los principios que nos tocarán, yo diría, que el más fundamental de todos es el principio de ser. Solo el que es puede ser. Si no asumes ese compromiso contigo, tu vida será de todos, menos tuya.
Cuando te reconoces y te aceptas, aprendes a amarte y perdonarte, por lo que «ellos» dicen que «hiciste mal». Aprendes a rechazar las «justificaciones» para «juzgarte» que los demás tienen de ti.
Cada cual siempre piensa que tiene la razón, incluso tú y yo, pero la verdad es que «todos» estamos embargados en principios fallidos y andamos reinventándonos diariamente.
Nadie puede vivir la vida del otro, ni la de tus padres, o tus hijos, amigos y vecinos. Solo te tienes a ti para «reiniciarte» cada vez que sea necesario romper lo que haya que romper.
¿Qué te estás poniendo viejo?. Eso sucede a cada segundo, pero, uno vive hasta el final, y al final ya verás que también hay un principio…
Así que no le temas a los principios porque son muchos e infinitos. Levántate a caminar en el principio que tengas y sacúdete todo el polvo que tengas atascado del pasado final.
Si te ata el amor, con uno nuevo se desata, si has perdido el trabajo, encuentra tu vocación y no le trabajes a nadie. Si te vas a lanzar del precipicio, no esperes a que te den el empujón y lánzate, siempre aparecen alas en el camino.
La grandeza es empezar, pero tampoco tienes que hacerlo. Si descubriste que estás donde tienes que estar y con quien tenías que estar, entonces no hagas nada y disfruta. Hay principios que terminan sin haberlos iniciado. ¡Salud!. Mínimo Principero.
massmaximo@hotmail.com
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach, EEUU).