A Pleno Sol
La sociedad dominicana necesita mediadores, para zanjar muchas de las disputas que a diario se presentan. Sectores opinan que las altas cortes fueron instituidas para dictaminar sobre los enfrentamientos, sin inclinar la balanza hacia ninguno de los lados en conflicto.
Si bien las altas cortes constituyen un paso de avance en la institucionalidad nacional, se echó de inmediato al zafacón a los mediadores. Cierto que muchos de esos árbitros estaban parcializados, e inclinaban la balanza hacia sus amigos, pero aun así sacaban las galletas del horno.
En todo conflicto hay verdades y mentiras, se tiene la razón y se pregona el abuso y el atropello. En ocasiones todos los bandos adolecen de las mismas zancadillas a la paz, la institucionalidad y el vivir en democracia.
De por si un mediador individual y malcriado no puede solucionar los problemas, sino que su principal atribución es juntar a las partes, y en juicio armonioso llegar a un punto de consenso, y soluciones a corto plazo.
Entre las instituciones y los hombres siempre florecerá la diferencia. Es una lucha de clase, es un enfrentamiento por niveles profesionales, es una agonía permanente por alcanzar metas que lucen lejanas. Los frentes de masas de la sociedad moderna, son un nido de avispas, de choques, matizados por el arribismo, el clientelismo, las zancadillas, y el dejar hacer y el dejar pasar.
Para comprender la importancia del mediador, tenemos que vernos en el espejo de la guerra entre Rusia y Ucrania, que pone al mundo al filo de la navaja de una tercera guerra mundial. El sonido estruendoso de las armas de fuego, es la negación de la la paz.
En un mundo multisectorial no hay mediadores a la vista. Todos tienen intereses que defender. La neutralidad es un teatro para conseguir facilidades de los que reclaman adherencias. En los conflictos sociales y en las guerras, el diálogo es vital.
Entre las naciones, como entre los hombres, el respeto al derecho ajeno es la paz. Lo dijo Don Benito Juárez, y hoy el mundo y los dominicanos deben llevar en la frente esa frase sencilla, que advierte de hacia dónde pueden ir las relaciones, en caso de que se viva en medio del atropello y la negación de los derechos humanos.
Hablando la gente se entiende. Es una frase que puede parecer hueca, pero el punto inicial para evitar un altercado, una huelga, un paro, despidos masivos, es comenzar a dialogar. Siempre una crisis tiene solución, aunque el final en ocasiones no es del agrado de ninguno de los participantes. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
manuel25f@yahoo.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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