A Pleno Sol
Los muros son odiosos. Dividen a los seres humanos sin ir al nacimiento, al corazón del problema. Por principios, somos opuestos a los muros, a las vallas y a las medidas extremas que dividen a la humanidad.
En el caso de la frontera dominico-haitiana el levantamiento de un muro o una verja no es la solución. La migración ilegal de haitianos a la República Dominicana es motivada por problemas económicos y de subsistencia. No hay una raíz de persecución política o de roles de conciencia.
En consecuencia, las soluciones tienen que llegar en base a una migración que se produce originada por el hambre, la miseria y la desesperación. Sin un paliativo de la crisis interna haitiana, sin un crecimiento social, económico y político de ese país, este problema no será solucionado.
Pero la crisis haitiana, tiene que ser ambientada por los haitianos. Ese no es un problema de los dominicanos. Las grandes potencias tienen que jugar su rol de ir a buscar alternativas al cierre de oportunidades de Haití. De hecho, fueron Francia, los Estados Unidos y otras naciones europeas, las responsables de la devastación y hambruna de Haití.
Los organismos internacionales que son apéndice de las grandes potencias, desde hace años juegan a que la República Dominicana sea la principal fuente de solución a la crisis haitiana, y ello no es posible. Los dominicanos también tenemos nuestra crisis interna, y tenemos que buscar alternativas para sobrevivir.
Con muro o sin muro, los haitianos continuarán emigrando de forma ilegal a la República Dominicana porque aquí hay comida, empleo y atenciones médicas. Es prioritario que se fijen reglas de juego con los principales empleadores de haitianos que portan papeles o so indocumentados.
La agro-industria y el sector de la construcción emplean a miles de haitianos sin averiguar su situación migratoria. Para estos empresarios esa mano de obra que se maneja en forma de semi-esclavitud es un gran negocio.
Los haitianos que llegan a trabajar en República Dominicana ganan salarios de hambre, viven en barracones o en edificios en construcción, no tienen seguros médicos y ocupan camas en hospitales públicos, y como son irregulares, carecen de cualquier estatus social.
Hay que parar a como dé lugar esa migración masiva. Hay que reglamentar la forma en que se contrata a miles de haitianos para que trabajen en el país. Todo haitiano irregular debe ser repatriado en el acto. A la frontera hay que dotarla de mayor vigilancia.
Es hora de buscar soluciones definitivas, y talvez radicales a esa migración ilegal de haitianos que nos ahoga. Cada día nos arropa más la sub-cultura haitiana. Hay que establecer las reglas de juego ahora, antes de que ocurran futuros e inevitables choques entre los dos países. Mantener el desorden de la migración masiva, puede traer enfrentamientos que luego se lamentarían. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
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