Por Amín Cruz
«Para ti mi deseo de serenidad y todo bien. Que estos días de Pascua te llenen de paz y amor, Dios te siga bendiciendo»…
La verdad es que el tiempo cambia las costumbres, tradiciones, al humano y hasta la propia naturaleza, pero nunca iba a pensar que la Semana Mayor podría tener un cambio tan radical. En mi época del 1960 con esa larga tradición que todos seguíamos, una fe dogmatizada en la creencia de Jesucristo con respeto, temor, obediencia a sus semejantes – humano, que se congregaban en las iglesias y/o en sus respectivos hogares hacer alabanzas, oraciones, reflexiones y perdonarse unos a otros.
Hoy día todo ha cambiado de manera radical, en esa época era casual ver o escuchar muertes por accidentes y si existían se podían contar con los dedos de las manos y sobraban dedos, los hoteles vacíos, las playas eran desiertos de arenas y aguas, hoy están llena de vacacionistas con bulla y grande conciertos musicales y competencias desmesurada sin orden, ni respeto.
La Semana Santa del presente siglo XXI no es la misma que vivieron nuestro antepasado, sobre todo si nos remontamos a los años 60’s, de verdad que hace mucho más de medio siglo, pero era algo muy diferente a la actual, ahora hablamos de estadística de muerte, en aquella época era cero comparada a la del presente, además era un momento para pensar, meditar y reflexionar sobre el pasado y presente de nuestra vida, eran momento de oración sin bulla, sin escándalo, sin atracadores ni muerte.
Hoy día todo ha cambiado ya no es lo mismo ni es igual, hoy se habla de cuántos murieron, se ahogaron, asaltaron y muy poco se habla de oración, tranquilidad, meditación o reflexión. Pienso que podemos renovar nuestra fe y esperanza que nos conduzca hacia el camino de la reconciliación de todos los seres humanos del mundo por la búsqueda de un porvenir mejor. Hay que superar las confrontaciones personales, la discordia en la familia y los países… Dios es amor y nos dice en su palabra que Él es el Principio y el Fin.
Semana Santa es la fecha en que se vive y recuerda la muerte, crucifixión y resurrección del Señor Jesucristo, además, es propicia también para olvidar desavenencias y resquemores, debemos dedicarnos a la meditación sana, para buscar soluciones viables en el campo de la vida política, economía, salud y otras en nuestras sociedades. Dice el Obispo Josu Iriondo, que «La Cuaresma es la oportunidad de mirar a nuestras vidas, encontrar las zonas desérticas y crecer en las esperanzas de que el desierto pueda florecer».
Si como seres humanos reflexionamos y tomáramos la Cuaresma como un tiempo de Dios y con uno mismo, en esa profundidad te desnuda de tus afanes, revisa tu vida, busca cómo adquirir el equilibrio de tu familia e insertarse en la sociedad como una mujer o hombre nuevo de bien las cosas van a cambiar. La Cuaresma es tiempo de unirte a Dios, sea cual sea… Aprovecha el momento y reflexiona, no podemos seguir viviendo esta vida de antagonismo, rivalidad, envidia, confrontación en nuestra vida, debemos ser luz en la tiniebla y seguir avanzando por un mejor porvenir.
Quiero terminar esta reflexión exhortando a reflexionar por una humanidad más justa, no esperemos que el otro cambie, cambiemos nosotros y la humanidad cambiará automáticamente. La realidad es que el mal está dentro de ti y de mí, si tú y yo no reconocemos esto, nada cambiará dentro ni fuera de ti ni de mí, si tú y yo cambiamos encontramos la llave que abrirá muchas puertas por las que podrán caminar innumerables seres humanos, la sociedad cambiará y será otra donde las buenas nuevas florecerán… Amen
«Después no quiero más que paz, un nido de constructiva paz en cada palma y quizás a propósito del alma, el enjambre de besos y el olvido», Pedro Mir.
(El autor es periodista, presidente fundador del Congreso Hispanoamericano de Prensa, residente en Nueva York).
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