A Pleno Sol
Una reforma fiscal podría ser tabla de salvación para el gran empresariado, pero sepultaría a la clase media que a pasos agigantados se proletariza. Los impuestos van directamente a los consumidores, por lo que cualquier reforma tiene que tomar en cuenta a toda la población.
Es necesario armonizar los intereses del gobierno, de los empresarios, y del hombre de la calle. En la crisis económica, sanitaria y de cierre de empleos que hay en la actualidad, aplicar una reforma fiscal podría ser doloroso.
Ya los consumidores pagan demasiado impuestos por los alimentos, las medicinas y los servicios. Hay un asfixiante alto costo de la vida, que tiene que ser controlado en el acto por las autoridades.
La mayor parte de las familias dominicanas lo que tratan hoy es de sobrevivir, de poder ganar un día más a la desesperanza, con salarios congelados, posibilidades de perder el empleo y con más de un millón de personas que todavía están cesanteadas.
Para ser justo, el sistema económico necesita modificaciones, inclusive una reforma fiscal, pero hay que tener cuidado. Hay que explicarle al pueblo que cualquier modificación de impuestos le disparará el costo de la vida.
Los economistas planificadores tienen una singularidad y es que trabajan en cuartos alfombrados con buen aire refrigerado. No ven el sol, no sienten el olor de la gente en las calles, no ven las filas en los supermercados, no sienten el dolor del pueblo.
En muchos casos, los planificadores económicos solo ven números y pierden las perspectivas humanas. No solo en la República Dominicana, sino en todo el mundo. Los reajustes económicos recomendados por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional han traído pobladas y rechazos.
Esos constreñimientos y el cese de las subvenciones, los organismos internacionales los ven como necesarios para apuntalar la economía, pero se olvidan de las necesidades del pueblo llano. El empresario también sufre esos reajustes, porque sus clientes tienen menos dinero para gastar.
El presidente Luis Abinader ha dicho que esa reforma fiscal se irá haciendo por tramos y que se llevará a cabo de acuerdo con las necesidades nacionales, sin perjudicar a la mayoría. Tomando en cuenta sus pronunciamientos sobre ayuda a las capas más necesitadas del país, es seguro que tomará en cuenta las necesidades populares al aplicar estos cambios.
Hoy está claro que se hará una reforma fiscal paulatinamente, pero en medio de esta crisis económica y sanitaria debe ser postergada. La lucha de hoy es por comer y sobrevivir. No debe entrar en juego un ingrediente altamente explosivo como una reforma fiscal. Que se postergue hasta nuevo aviso. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
manuel25f@yahoo.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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