A Pleno Sol
La actividad partidista ha cambiado con los años a nivel mundial, mientras que en el país se mantienen los vientos del pasado. Un siglo 20 donde las elecciones se ganaban con el mitin de campaña del último día. Una fecha dedicada a los discursos elocuentes, y el río de masas frente a la tribuna.
El siglo 20, en su última etapa, fue el espejo de los tres grandes caudillos de la política dominicana moderna: Joaquín Balaguer, Juan Bosch y José Francisco Peña Gómez. En común, tenían ese gran mitin de cierre de campaña.
La política mundial ha cambiado. Hoy en los cierres de campaña no tiene importancia la reunión de parques o avenidas, los medios tecnológicos hacen innecesario movilizar a miles de personas para escuchar un discurso de una hora.
Cumplieron su objetivo, pero en este siglo 21 hay nuevas metodologías de llegar a las masas, donde lo que menos importa es el discurso o el programa de gobierno. Domina la banalidad, la sonrisa, el maquillaje, la frase huera, pero que tiene fuerza de slogan.
Los políticos de viejo cuño, Balaguer, Bosch, Peña Gómez, no sacaron el máximo de beneficios a la televisión como medio efectivo de campaña; ¨su fuerte fue la radio.
A través de la pantalla chica fue que se impulsó la candidatura triunfadora de John F. Kennedy en las elecciones norteamericanas de 1960. El 28 de septiembre del 1960 se celebra el primer debate televisado en la historia política norteamericana. En República Dominicana todavía se vivía en la oscuridad de la dictadura de Rafael L. Trujillo.
Kennedy se convirtió en un producto a vender, y se presentó al debate con un traje ceñido a la moda, bien maquillado y con ademanes sofisticados de un actor de cine, frente a un Richard Nixon, gabardina del pasado, que se negó a ser maquillado, sin experiencia de actuación, que lució acorralado y sin carisma, perdiendo el debate y las elecciones.
A Nixon no le fue suficiente ser el favorito de las encuestas, y el vicepresidente por dos períodos. De 1952 a 1961, del presidente Dwing Eisenhower. Ese debate visto por más de 60 millones de personas, cambió para siempre el panorama político norteamericano.
Las futuras elecciones dominicanas serán la fiesta de las sonrisas, el buen maquillaje, los ademanes, la improvisación leída en el telepronter, con los programas de gobierno en un anaquel con tela de araña. La campaña tiene sabor de redes sociales, de futilidades, y de triunfo para el que sintonice entre, o con, la juventud online, y los irredentos excluidos. ¿Volveré con el tema?. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
manuel25f@yahoo.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana)
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