Mi observatorio
Un congreso unicameral sería parte del adecentamiento y la eliminación a las irritantes prebendas y beneficios económicos provenientes de los impuestos de los contribuyentes que van a engrosar el patrimonio de los señores senadores y diputados en perjuicio de las grandes mayorías.
Con la unificación del Senado y la Cámara de Diputados en un solo bloque se reduciría la matrícula de representantes en ambos organismos legislativos, es decir solo serían elegidos 32 senadores e igual número de diputados en representación de todo el país, lo que ahorraría miles de millones de pesos al Estado.
Entendidos en la materia han expresado que República Dominicana es un país con una extensión superficial de apenas 48,448 kilómetros cuadrados, con unos 11 millones de habitantes, un presupuesto de alrededor de 1,000 millones de pesos anuales y un PIB de alrededor de 90 mil billones de pesos y tenemos un congreso bicameral como si fuéramos una nación del primer mundo
Sostienen los analistas políticos que por ejemplo el Reino Unido tiene un PIB de 3,000 trillones de dólares; los Estados Unidos de América de 21,000 trillones de dólares; los Estados Unidos de México 1,300 trillones de dólares; Alemania 4,000 trillones de dólares; Brasil 2,000 trillones; y, Argentina 600,000 billones de dólares.
La diferencia de la República Dominicana con estos es que son países federados que por su tamaño geográfico, población y producción de bienes y servicios, entre otras variables que inciden en la organización política del país y en el número de sus legisladores.
En tanto, la Republica Dominicana aun cuando tenemos un gobierno unitario, se da el “lujo” de tener un congreso bicameral que otorga irritantes beneficios a sus legisladores, recursos provenientes de los contribuyentes, que muy bien podrían ser traspasados a la población.
Tenemos una Cámara Alta (Senado) y una Cámara Baja (Cámara de Diputados), pues heredamos una organización estatal propia de países federados como los referidos, algo que le queda grande a un país del tercer mundo como la República Dominicana.
La mayoría entiende que ha llegado el momento de reconocer lo que somos. El que pretendamos ser una gran nación, por nuestros valores, el nivel de desarrollo institucional y humano, la fortaleza de nuestras instituciones y otros elementos para nuestra consolidación como país, el nuestro es un país pequeño.
Pero somos engreídos y nos gastamos un Congreso Nacional similar en tamaño a países tan grandes como los más desarrollados y más extensos del mundo que manejan presupuestos millonarios en favor de una irritante minoría.
Si queremos realizar una reingeniería estatal, que haga del gobierno de la nación algo funcional y adecuado a nuestros recursos, como pretende el presidente Luis Abinader, debemos reducir tanto el tamaño de nuestro congreso como su composición de dos cámaras a una, destinando los recursos excesivos que gastamos en nuestros senadores y diputados en educación, salud y vivienda.
El autor es periodista. Reside en Monte Plata.
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