Las bandas delincuenciales que controlan la vida en Haití son mucho más poderosas que los restos de autoridad que puedan quedar en ese pobre país. Disponen de algún apoyo político, armas poderosas, almas corrompidas, dinero y vehículos. Solo ellos pueden desplazarse libre de temores, pues ellos son el temor.
Gedeón Jean, un acucioso abogado haitiano, declaró en entrevista con el diario El País, de España, que las bandas son “un fenómeno a medio camino entre el narco mexicano, las pandillas centroamericanas y la guerrilla colombiana. Controlan el comercio, el transporte, los negocios entre particulares o la justicia.
Hemos podido ver las imágenes del sujeto identificado como Barbecue, el cabecilla de una banda muy activa, cuando planteaba la dimisión del primer ministro, Ariel Henry, como parte de sus objetivos. La deposición del funcionario resulta una condición, según el poderoso exterminador, para que se restablezca el comercio de la gasolina.
¿Es que son políticas las bandas criminales? Han estado ligadas a gobernantes y a partidos políticos, pero las que controlan el Haití de hoy persiguen, ante todo, dinero. Sin embargo, no deja de generar preocupación la posibilidad de que este tipo de gente se alce directamente con el control de un Estado tan indefenso y disminuido.
Líbrenos Dios de tal desventura, pero si ocurriere que el tal Barbecue, -al parecer llamado Jimmy Chérizier- y su banda G9 se hicieran con el mando político, todo empeorará en Haití y en la región. Es un expolicía, cabeza del grupo criminal G9, un cártel formado por los nueve grupos armados más fuertes y peligrosos.
Aunque caiga en el campo de la especulación, me arriesgo a afirmar que, en medio del rechazo de la comunidad internacional, el asalto al poder por las bandas haitianas encontraría apoyo en otros burladores de la democracia, tales como Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, y Daniel Ortega, de Nicaragua.
El Gobierno dominicano ha puesto bien clara su actitud ante las pandillas criminales y ha trazado sus guardarrayas migratorias. La medida ha merecido el respaldo de instituciones tan competentes como el Instituto Duartiano. Wilson Gómez Ramírez, su presidente, se identificó plenamente con las disposiciones orientadas a restringir el flujo de ilegales.
Las bandas criminales sueñan con gobernar. Cuentan con recursos materiales importantes, entre ellos el control del poco combustible que llega a su país. La forma atropellante en la que cientos de vehículos haitianos pasan al territorio dominicano a buscar combustible amerita atención. La gasolina es poder. Las bandas quieren poder.
rafaelperaltar@gmail.co
(El autor es periodista y escritor residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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