A rajatabla
Giro a la derecha
Por Orión Mejía
orion_mejia@hotmail.com
Desde litorales políticos, empresariales y de la sociedad civil se ha hecho hasta lo indecible en la intención de provocar un gran sismo social que ponga al país, su gobernanza y economía patas arribas, lo que hasta ahora no han logrado, aunque se admite que en el intento se ha causado algún daño que sin dudas puede ser reparado.
La interrupción de las elecciones del 16 de febrero, por el colapso del sistema del voto automatizado, ha sido un golpe demoledor para el espacio democrático, sobre el cual el liderazgo político ha expresado voluntad de subsanarlo mediante una investigación que identifique sus causas y posibles responsables.
El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, justificó la decisión de la Junta Central Electoral de suspender los comicios algunas horas después de iniciado, una medida extrema que fue comunicada y aceptada por candidatos y partidos.
Es obvio que un suceso inédito como ese causaría primero sorpresa y después indignación de la ciudadanía expresada con la cadena de reacciones cívicas que se sucedieron al paso de los días, pero nadie puede pretender que se condene a la democracia a morir en la víspera.
Aun en los momentos más intensos de esa borrasca, los indicadores económicos básicos se mantienen sin sobresaltos, aunque se resiente la economía por el lado del consumo o la expansión interna, pero la estabilidad y sigue firme y robusta como árbol de guayacán.
Esta es una crisis muy particular que no motiva o anima a los querellantes a tratar temas sobre la pobreza, marginalidad, empleo, vivienda, salud, seguridad, agua potable y otros males sobre los cuales el Gobierno dice tener voluntad de afrontar.
¿Está la democracia en peligro? ¿Cuáles son los sectores sociales, políticos y económicos que han levantado ese diagnóstico? No creo que sea posible identificar presos políticos o de conciencia, persecución contra opositores, represión política generalizada.
La suspensión de los comicios ha sido un golpetazo para la democracia, pero para subsanar esa herida se ha convenido en traer a la OEA, con poderes cuasi constitucionales, promover diálogo abierto por televisión y comprometerse a celebrar elecciones limpias el 15 de marzo y el 17 de mayo.
Jóvenes de clase media alta, contrario a sus pares de Nicaragua, Chile, El Salvador y Venezuela, disfrutaron de una agradable experiencia cívica al poder manifestarse libremente en una plaza pública sin sufrir ningún tipo de represión.
Aunque se pretende mercadear la tesis de que la población está harta de los Gobiernos del PLD, la impresión que se tiene es que desde poderosos litorales económicos con sus amanuenses políticos creen que ha llegado el momento de dar un giro brusco a la derecha.
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