Por Rafael Peralta Romero
Las voces “bajo”, “bajiar” y “bajiado” guardan relación con el español, tanto en lo gráfico como en lo semántico muestran aproximación con nuestro idioma. Incluso, la primera de esas palabras, fuera de esa familia, que la vincula al significado de hedor, tiene múltiples significados en la lengua castellana.
El Diccionario académico le atribuye cincuenta y una acepciones a la palabra /bajo/. De estas, veinticinco corresponden al rol de adjetivo, trece a la función de sustantivo, seis corresponden a la función de adverbio y en siete acepciones funciona como preposición.
Ninguna de las trece acepciones en función de sustantivo se refiere a olor o hedor ni a vapores fétidos emanados de algún cuerpo o materia orgánica en descomposición. Ese concepto corresponde a la palabra /vaho/, la cual se define de este modo: “Vapor que despiden los cuerpos en determinadas condiciones de temperatura y humedad”.
A la familia de /vaho/ pertenecen los verbos vahear y vahar, cuyos participios originan los adjetivos vaheado y vahado, los cuales no son definidos en el Diccionario, pero entendemos que en algún caso actúan como adjetivos como sucede con la mayoría de los participios.
Tanto vahar como vahear significan echar vaho. Recordemos que el participio se usa para formar el pasado compuesto: He vaheado, has vaheado…Si sobre alguien cayera la acción de vahear, diremos que está vaheado y si fueran más de una las personas, asume el plural “están vaheados”.
En el habla dominicana este grupo de palabras ha sido víctima de notable transformación. Lo primero es que la /h/ del sustantivo vahoha ha sufrido el cambio fonético de hache por jota, por lo cual la palabra ha pasado a ser “bajo”, y de ella hemos sacado el verbo “vajear” y el adjetivo ”vajeado”. A esto se agrega la sustitución de la vocal /e/ por /i/ en la desinencia del verbo por lo cual deviene en “vajiar” y el adjetivo en “vajiado”.
La corruptela de esta familia de palabras ha originado usos muy arraigados en el habla dominicana. La deformación es doble, pues además de suplantar la /h/ por /j/ en la última sílaba, hay una tendencia a sustituir la /v/ por /b/ al inicio de la palabra.
El Diccionario del español dominicano, publicación de la Academia Dominicana de la Lengua, ha incorporado el vocablo con la forma empleada por el común de hablantes dominicanos. “Vajo. Mal olor”. También recoge el verbo vajear, con varios significados, relacionados con mal olor.
Es lógico suponer que el error ortográfico de escribirlo con /b/ se produce por la asociación con la muy conocida palabra bajo de la que he señalado tiene cincuenta y una acepciones y que resulta mucho más conocida que vaho.
La confusión es tan acentuada que gente con buen nivel de lengua emplea la palabra bajo para referirse a un hedor con absoluta tranquilidad: “Ahí no se puede estar por el bajo que sale”. Cuando lo que corresponde es: “Ahí no se puede estar por el vaho que sale”. “Un vaho a gas propano provocó gran alarma”.
Estamos en presencia de dominicanismos por deformación lexical. Son el tipo de palabras cuya aceptación como parte del habla dominicana resulta difícil. No tienen el encanto de otros dominicanismos como el vocablo chin o llamar carajito a nuestros niños o pilón al mortero.
Lo que corresponde es rectificar, que comencemos a pronunciar la forma vaho. Me parece fácil superar la vacilación con la letra inicial al escribir la palabra. Por la ley del menor esfuerzo, resulta llevadero escribir “vajo”, pero de vaho a “bajo” hay gran distancia.
Toda forma que no sea vaho, vahear, vahar y vaheado es vulgar y contraria al buen uso de la lengua española.