Por Fundación Acción Verde, Inc.
Eran las dos y siete minutos de la tarde del martes veintiocho de abril.
«Los encargados del turno» montaban guardia en el vertedero de DUQUESA porque en esos días las temperaturas del vertedero y su entorno se reportaban mucho más altas de lo normal.
Minutos más tarde llamaron por teléfono al Administrador en funciones del vertedero que recién había salido: «Señor devuélvase, que esto cogió candela».
Un pequeño grupo de hombres con una pala y un buldozer, eso había en el vertedero en ese momento. No había custodia militar. Intentaron por todos los medios de sofocar el fuego que se había iniciado en «uno de los tiros que no habían podido ser cubiertos debidamente con arcilla por la falta de equipos».
Pero las circunstancias le jugaron una mala pasada. La acumulación de gases, especialmente metano, que de por sí ya acusaba temperaturas promedio de 60 grados centígrados, provocó que uno tras otro, la mayoría de «los tiros de basura» (sepultados o no) se incendiaran en cadena, colocando a las puertas del infierno a una población cautiva, enclaustrada en sus hogares a causa de la pandemia del COVID 19.
Esta es la versión que hasta ahora nuestro equipo ha podido validar con varias fuentes de entero crédito. Es poco probable que el esperado informe que fue encargado a una «comisión especial» pueda indicar otra cosa.
Si, lo sabemos, muchos de nosotros hemos sospechado de que «por la magnitud y características del fuego, es muy probable que hayan actuado manos criminales». Sin embargo los testimonios recabados apuntan a que, a lo sumo, el siniestro habría sido la consecuencia de una «serie de eventos desafortunados».
«El vertedero se estaba manejando casi sin recursos, apenas con unos 7 millones mensuales que estaba pagando la Alcaldía del Distrito, porque las demás alcaldías del Gran Santo Domingo o pagan centavos o no pagan nada…de hecho casi todas están atrasadas en el pago» confió una fuente que prefirió el anonimato.
«Desde hace años la administración del vertedero venía clamando por auxilio, por equipos pesados y de monitoreo, por medidores de temperatura, por apoyo de cualquier índole y todo se quedó en súplicas, es más la comisión que quedó administrando el vertedero desde 2017 jamás fue convocada nueva vez por el actual Ministro de Medio Ambiente…cuando nombraron la nueva comisión por decreto pensábamos que las cosas iban a funcionar mejor, pero parece que no hubo tiempo a actuar, quizás por lo del COVID», nos relató uno de los encargados.
Al momento de producirse el gran incendio, el vertedero no poseía (no es propietario) de ninguno de los equipos pesados necesarios para mover y sepultar la basura, todos los que usan son rentados a terceros. Estos alquileres también se vieron afectados por la incertidumbre provocada por la transición en los cargos electos de las Alcaldías, los arrendatarios temían que sus pagos se vieran afectados.
Por ese motivo durante varias semanas (meses quizás) simplemente se estaba «depositando basura» o apenas dándole el tratamiento mínimo necesario (regar, sepultar)..
De ahí que el estado de peligro inminente de Duquesa en la víspera del fuego era ya conocido por los operadores del vertedero, llegando a un punto catastrófico la tarde de ese martes de abril, por causas que para ellos son presumiblemente fortuitas.
La investigación en curso deberá desmentir o corroborar estos datos. Vistos los antecedentes, nuestros colaboradores se inclinan por descartar intencionalidad en este lamentable incendio que aún mantiene en vilo la salud de miles de personas de la ciudad capital.
La situación del «botadero a cielo abierto» más grande del país viene en franco deterioro por más de diez años, corrupción, negligencia, descuido y apatía se encuentran entre las causas más mencionadas para haber llegado a este punto.
Inclusive, en una de las últimas «grandes crisis sanitarias» por causa del vertedero, reportada en 2017, el llamado de auxilio de la Alcaldía del Distrito Nacional fue acogido por los Ministerios de Medio Ambiente y de Salud Pública, que declararon a Duquesa en estado de emergencia y procedieron a intervenirlo.
En un informe al que tuvo acceso nuestro equipo, en un proyecto del Ministerio de Medio Ambiente denominado «Nueva Duquesa» se planificó un cierre gradual del vertedero y la habilitación por etapas de 122,000 metros cuadrados celdas para el tratamiento de los desechos en la modalidad de «relleno sanitario», cuyo costo estimado se calculó en unos 300 millones de pesos y el tiempo promedio de desarrollo cerca de 8 meses.
Sin embargo, por los costos involucrados, este proyecto quedó en manos del Gobierno Central y posteriormente habría recibido modificaciones, llegándose al punto de anunciar -en enero de este año- la intervención formal del vertedero, hecho que no se consumó (según ha declarado el Ministro de Obras Públicas) debido a la situación de emergencia y la cuarentena provocada por la Pandemia del COVID.
Misma suerte ha corrido una planta de tratamiento para los «Lixiviados» que emanan del vertedero y que ha sido anunciada reiteradamente por la CAASD y la cual está supuesta a iniciarse próximamente.
En un recorrido hecho por la zona nuestro equipo pudo constatar que en pocas semanas se ha realizado en DUQUESA una intervención a una escala mayúscula, que era necesaria desde hace años y que lamentablemente hubo que esperar el estado de urgencia para ser realizada.
Según nos confió uno de los técnicos involucrados en el proyecto, este descomunal operativo realizado en tiempo record permitirá «extender quizás por 7 u 8 años la vida útil del vertedero», pues se han habilitado «nuevos tiros» (trincheras para depósito) y al mismo tiempo se prepara para la habilitación de celdas de un relleno sanitario.
Mientras todo esto ocurre y los capitaleños se les va olvidando que Duquesa es una espada que pende sobre sus cuellos, la Ley de Residuos sigue a la espera de que el Senado de la República la conozca, con lo que se establecería al menos el marco jurídico para «empezar a tratar con seriedad» la situación de DUQUESA y los más de 300 botaderos a cielo abierto que sin dudas son la peor carta de presentación que tiene nuestro país.
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