Desde niño, tuve la “soñada” visión de decirme hacia mis adentros; ¡cuando tenga 20 años seré esto!.
Luego, cuando arribé a los 20, y sin realizar lo antes acordado, volví a visualizarme y me dije; “cuando” cumpla los 30 seré aquello…
Así se fue parte de mi vida procurando “un cuándo” que al parecer permanecía al lado mío, como mi propia sombra.
Todavía hoy en día, a mis 58 años, sigo abrigando “cuándos” que pasan a velocidades astronómicas.
Parece increíble lo futuristas que somos, y que no detengamos esta cabalgata para estar presentes.
Las cosas pendientes las haremos cuando despertemos de ese sueño. Cuando “el ahora” salga corriendo a ejecutarlo. No mañana, no esta tarde, no esta noche…
Solemos quejarnos de casi todo. Podría afirmar que no conozco a alguien que no tenga una crítica, una duda, una “perspectiva”, una opinión sobre los demás…incluyéndome !por supuesto!.
Vivimos empeñados en que los demás vivan su vida de acuerdo a la nuestra…y no vemos el desastre en que la vivimos.
¡Cuando tú cambies! Cuando tú hagas esto, cuando…
De la misma forma, los demás, nos envían los mismos misiles y así la vida se nos va en “cuándos” que se cruzan de una calle a la otra por todo el barrio y la ciudad…
El juego de la vida, que parece no tener pies ni cabezas por más religiones y teorías que inventen, y que parece la creación de “unos sádicos” que se divierten viéndonos actuar en el día a día.
Cuando nos detenemos en algún trayecto de nuestra vida, para meditar sobre la misma, uno se pregunta muchas cosas.
En mi caso particular no dejo de tratar de encontrarle “la quinta pata al gato”, y entre esos “pensares”, se me ocurre que “quizás” este recorrido por la vida no sea más que el probarnos hasta “cuando” somos capaces de ser…lo que no somos…
Se nos trae al mundo dotados de una maquina complicadísima con cualidades excepcionales para que podamos recorrerlo, influir en el, pensar y expresar ideas y hasta creernos únicos y “superiores” a los demás.
Por ahí nos sueltan y vamos acabando con todo y todos.
Se nos da un tiempo de caducidad, pero abrigamos el afán de “dejar huellas” para que se nos recuerde como dioses.
Venimos avanzando desde las cavernas y hemos logrado “evolucionar” para satisfacer nuestras necesidades desde una cómoda habitación con un simple…clic.
Pero el juego humano continua indiferente y “todavía” no logra desapegarse de la “grandeza interior” que lo ocupa.
¡Para mí, ese es el juego! Atravesar, desde el principio de un puente, que es la vida, para “cuando” llegues al final te despidas ligero de cargas…que no te pertenecían.
Cuando asumamos constantemente que andamos en un recorrido que termina, procuraremos facilitar el mismo a los que no estén conscientes de ello.
Cuando entendamos que vivir es aportar amor y bienestar, lograremos una claridad que ayudara a mermar el dolor. El cual es inevitable producto de nuestra composición humana.
Ya más allá, después del final del puente. Cuando nos toque resumir nuestro comportamiento humano. Nos reiremos de los vanos e infantiles que fuimos.
Nos avergonzaremos de nuestras estériles ambiciones que marcaron el grado de miseria alcanzado…y volveremos a reír.
Es por esto que te digo; no esperes a terminar el puente para derramar tu luz. Así, “cuando te toque regresar” ya tendrás un sendero que te facilitara el sueño en el que caigas.
¡Y así, una y otra vez…hasta que aprendas el juego y entonces…navegues en otras dimensiones! al final, las preguntas siguen siendo las mismas ¿para qué? Y… ¿»CUANDO» lograre ser lo que «supuestamente soy?. ¡Salud!. Mínimo Caminero.
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach).
massmaximo@hotmail.com
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