Redacción (ONU-PRESS).- La Organización Internacional del Trabajo (OIT) alertó en una nota técnica que el mercado laboral regional se caracteriza por una elevada tasa de desocupación y por un fuerte predominio de las ocupaciones informales, que copan alrededor del 70 % de los empleos creados desde mediados de 2020 hasta el primer trimestre de 2021.
“No se están generando ni la cantidad ni la calidad de los empleos que requiere esta región para hacer frente a las secuelas de una crisis sin precedentes. El panorama laboral es complejo y plantea desafíos de grandes magnitudes”, destacó Vinícius Pinheiro, director de la OIT para América Latina y el Caribe.
Pinheiro explicó que los trabajos informales lideran la recuperación parcial del empleo y recordó que estas ocupaciones normalmente son “inestables, con bajos salarios y sin protección social ni derechos”.
El responsable de la OIT para la región añadió que el estrecho vínculo entre tres factores: la informalidad laboral, los bajos ingresos y la desigualdad, “se ha hecho aún más evidente en este contexto”.
¿Se acelera la conversión de empleo formal en informal?
El documento le pone cifras a la informalidad e indica que durante los tres primeros meses del año “alrededor del 76% de los trabajadores independientes, y algo más de un tercio de los asalariados” se encontraban en esta situación laboral.
Al mismo tiempo, explica que, aunque todavía es “prematuro” asegurar que en la región se observa “un proceso de informalización de los trabajos previamente formales”, señala que, basándose en experiencia previas, “es un importante riesgo latente”.
COVID-19 no aumentó número de empleos informales
El estudio también destaca que, a diferencia de otros momentos de inestabilidad, los empleos informales no aumentaron durante la crisis de la COVID-19, sino que las medidas que se tomaron para enfrentarla provocaron “un fuerte impacto en la destrucción de ocupaciones informales y la pérdida de ingresos de las personas que trabajaban en estas condiciones”.
Sin embargo, y con la fuerte reaparición de las posiciones informales, la OIT indica la posibilidad de que la tasa de este tipo de empleo “sea similar, o incluso superior” a la observada antes de la pandemia y que afectaba a cerca del 51% de los ocupados.
Añade que, aparte de la informalidad, la región experimenta una recuperación insuficiente de los puestos de trabajo, e indica que la reducción de la ocupación durante los peores momentos de la pandemia, entre el primer y segundo trimestre de 2020, llegó a ser superior a los 43 millones de empleos.
“La posterior recuperación desde ese momento hasta el primer trimestre de 2021 fue de alrededor de 29 millones. Por lo tanto, el aumento de la ocupación no logró compensar completamente la pérdida anterior”, apunta el documento, que señala que todavía no se ha recuperado ni el 30% de los empleos perdidos.
Otros indicadores laborales que el análisis consideró como “críticos” cuando comparó los registros del primer trimestre del año pasado con el actual, fueron una reducción media de 3,5 % en la tasa de ocupación regional, “y una contracción en la tasa de participación económica de 2,6 %”.
Participación económica de mujeres es la más baja en 15 años
La nota técnica también resalta el alto impacto que ha provocado la contracción del empleo en las mujeres, los jóvenes y las personas con menores calificaciones.
La autora del estudio, Roxana Maurizio, especialista en economía laboral de la OIT, destacó que “en el caso de las mujeres, se produjo un retroceso en la participación laboral después de décadas en las cuales se había registrado un aumento en su incorporación a la fuerza de trabajo. Hace más de 15 años que no se registraba una tasa tan baja de participación económica de las mujeres”, enfatizó
Ante un panorama donde la reactivación económica no provoca un suficiente impacto en el mercado laboral, Maurizio indicó que “la región requiere adoptar una agenda de políticas integrales, consensuadas y de gran alcance, centrada en las personas, que apuntale la creación de más puestos de trabajo formales”, que proteja a las micro y pequeñas empresas, y que otorgue garantías de ingresos y protección social a los trabajadores y familias en condiciones de vulnerabilidad.
De no ser así, la OIT advierte que “los impactos de la crisis se prolongarán y dejarán profundas cicatrices sociales y laborales a largo plazo en la región”.
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