A Pleno Sol
La triste realidad es que los precios de los artículos de primera necesidad se fijan en la República Dominicana de acuerdo con la oferta y la demanda. Los comerciantes se ponen de acuerdo a como se debe vender, Al consumidor nadie le escucha. Sin un ordenamiento legal, no se puede perseguir a los agiotistas y especuladores.
Hay que modificar la regla de mercado. Los comestibles de primera necesidad no pueden tener precios que son fijados por los mismos comerciantes, de acuerdo a la competencia del mercado. El costo de producción y el margen de ganancias tienen que ser supervisados por el Estado.
Hace muchos años existía la Dirección General de Control de Precios. Era un organismo destinado a vigilar para que se vendieran los productos de la canasta básica de acuerdo a su costo de producción y al valor fijado para el mercado.
Con el paso de los años, este organismo se hipertrofió, y solo servía para perseguir a los pequeños colmados agiotistas. En los barrios era ya una figura familiar el inspector de precios con un maletín de plástico bajo el brazo.
Frizando los aspectos de la globalización, los tecnócratas de aire acondicionado consideraron que lo mejor para la estabilidad del mercado era dejar flotar los precios de acuerdo a los vientos de la competencia. Una mala decisión, y sus consecuencias las estamos sufriendo hoy.
Ahora hay que crear un organismo cuya finalidad central sea hacer cumplir que los precios fijados a los productos básicos se cumplan en los supermercados, los almacenes y los colmados. La oferta y la demanda para fijar precios está matando a los dominicanos.
De mantenerse esta situación, siempre serán altos los precios de los artículos de primera necesidad. Hay que pensar en la creación de un organismo especializado cuya función sea regular los precios de acuerdo a su costo de producción.
La globalización económica puede favorecer a los mercados, pero mata a los consumidores. Esto lo vemos en los últimos años, cuando los precios suben de forma escandalosa, y nadie le puede poner control.
No se trata de crear una mayor burocracia, sino de vigilar que se proteja al consumidor. Esta unidad de control de precios podría estar asimilada a la oficina del Defensor del Pueblo, lo cual le daría independencia y la pondría fuera del área de influencias de los grandes empresarios.
Por la vía que se considere oportuna, hay que imponer estrictos controles a los precios de los artículos de primera necesidad. Es un tema social, económico y político. De continuar el derrotero actual, no tenga la menor duda de que en el transcurso de los años será el principal tema de debate nacional. !Ay!, se me acabó la tinta.
manuel25f@yahoo.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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