El Ministerio Público determinó que iba manejando bajo los efectos de la cocaína y a alta velocidad, el conductor del autobús que se volcó con 51 turistas a bordo en el Bulevar Turístico del Este, Bávaro, provincia La Altagracia, causando la muerte a tres pasajeras y heridas a otros 46.
Al principio, el chófer le informó que el accidente ocurrió cuando trató de evitar impactar a un camión, pero algunos de los turistas desmintieron esa versión. Dijeron que éste se desplazaba a alta velocidad.
Un examen realizado al conductor por los médicos del hospital donde fue transferido, dio positivo a la cocaína. Es decir, el hombre mintió.
No es el primer caso de esa naturaleza. Los archivos periodísticos contienen muchas reseñas de ese tipo que involucra a choferes de camiones, autobuses y vehículos livianos como responsables de provocar traumáticos accidentes en las principales carreteras del país, con la secuela de numerosas pérdidas de vidas humanas.
Fallecieron tres pasajeras que junto a sus compañeros escogieron a la República Dominicana para vacacionar. Las vidas de ellas estaban bajo la responsabilidad de ese conductor. Condolencias para los familiares. Ojalá no se repita esa eventualidad.
Tiene sentido el calificativo que dio el órgano de persecución de los delitos cuando describió como «descuidada, temeraria y atolondrada», la forma de manejar del conductor. Por eso pidió un año de prisión preventiva como medida de coerción al calificar el caso como complejo.
Hay un dicho muy antiguo entre los nosotros que dice lo siguiente: “Compramos candados, después que nos roban”. Esa frase cae muy bien para ese lamentable hecho, pues se ahora aplicarán las medidas de rigor para evitar la repetición de esas dolorosas escenas. Algo hay que hacer.
Me pregunto: ¿Cuántos choferes transportan personas en excursiones bajo los efectos de las drogas y el alcohol? ¿A cuántos les aplican las pruebas anti droga, antes de emprender el viaje y después de realizarlo?
Muchos accidentes son inducidos por conductores borrachos o endrogados. A diario se dan esas eventualidades, especialmente los fines de semana. A eso agregaremos otros factores, como imprudencia, irrespeto a las leyes de tránsito, no usar cinturones de seguridad, conducir sin licencia o con esta y el seguro de ley vencidos, y hablando por un celular.
Me atrevo a decir que el 80% de los choferes involucrados en los accidentes de tránsito tienen alcohol en la sangre. Esa conducta se ha convertido en una cultura que ha llevado mucho luto a las familias y dejado a miles de niños huérfanos.
De nada han valido las disposiciones de control de bebidas alcohólicas implementadas por las autoridades nuestras. En Semana Santa, para poner un ejemplo, es la época cuando más se prohíbe vender esas sustancias a los ciudadanos, pero estos las adquieren de todas maneras en los supermercados, colmadones y en las playas o balnearios. Y las consumen delante de los encargados de aplicar la ley.
El consumo de alcohol entre nosotros es incontrolable. Es una tarea difícil de aplicar. Se trata de un asunto de conciencia individual.
Nadie dejará de beber cerveza, ron, whisky y otras bebidas, a menos que el cuerpo las rechace. Lo más que se pudiera hacer es desarrollar campañas permanentes para crear conciencia de lo perjudicial que resulta la ingesta a granel de esa sustancia, sobre todo cuando se está conduciendo un vehículo. Y no se está haciendo nada al respecto.
Es condenable que mueran tantas personas por esas causas. En ese renglón, República Dominicana ocupa la primera posición con 64.6 fallecimientos al año por cada cien mil habitantes, de las cuales la abrumadora mayoría, un 87%, corresponde a personas del sexo masculino y un 13% de las víctimas son mujeres.
Es la nación con mayor tasa de mortalidad ocurrida por accidentes de tránsito en el mundo al año, según las estadísticas más recientes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), actualizadas a 2020-2021.
Vale precisar que el 34% de los accidentes viales son de los motoristas, unos personajes imprudentes que circulan por las calles y avenidas del país al libre albedrío, sin ninguna protección, en vía contraria, a alta velocidad y de manera temeraria rebasan entre los automóviles para llegar a sus destinos.
El 15 de julio de 2022, el Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (Intrant) reveló que entre 2019 y 2020, un 78% de los siniestros viales involucra a una motocicleta. El 70 % de los fallecidos corresponde a edades entre 15 y 39 años”.
Es una situación alarmante, ya que la gran mayoría de esas personas mueren en el mismo lugar donde ocurre el accidente.
En lo personal, confieso que siento algún temor de abordar un taxi ante la posibilidad de que cualquier vehículo nos pueda impactar, dada la cantidad de conductores salvajes que transitan nuestras calles y autopistas, “como chivos sin ley”, para hacerle honor a un antaño refrán.
mvolquez@gmail.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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