Más confío en el trabajo que en la suerte, reza un proverbio latino, sin duda, como decía Seneca, el trabajo y la lucha llaman siempre a los mejores. Por eso es alimento, medicina y hasta refugio de muchas personas; las que gustan saborear la dulzura que emana al cumplir con las actividades que nos llevan alcanzar una meta, solucionar una dificultad o producir bienes y servicios para atender las necesidades humanas.
Partiendo de estas premisas, en estas líneas hablaremos de gerentes competentes, con claro perfil de servidores públicos o privados de cara al Siglo XXI; esos que conocen derechos fundamentales y accionan sus deberes para producir felicidad en la población. Un compromiso que asumen al convertirse en empleados.
Estos profesionales operativos que suelen ofrecer en aportes y rendimiento más del 100% en sus lugares de trabajo; la milla extra, al tiempo que, pueden lidiar con celos profesionales de compañeros (as), de colegas, así como, como con otros tipos de malquerencias. Sin embargo, viven enfocados (as) en hacer transformaciones positivas en las empresa e instituciones en que trabajan, que por ende es desarrollo sostenible a la sociedad en que pernotan.
Su norte no es caer presos de las emociones negativas que pueden surgir en el ambiente laboral, pues su materia prima es la inteligencia emocional, con ella oxigena su mente, siempre en busca de bienestar biopsicosocial y prevenir enfermedades catastróficas.
Gracias a su alto rendimiento y magnos aportes, este profesional es llamado animal corporativo, título de una película famosa. Profesionales extraordinarios, que nunca paran de accionar, comprometidos, responsables, que hacen el nombre de las marcas, lo fijan en la memoria colectiva; fortalecen instituciones, y las potencian, pero, a veces, solo viven para trabajar y allí puede haber alguna dificultad para su vida holística, porque aunque debemos disfrutar de derechos civiles, economía, sociales…, humanos, la vida es más que solo trabajar, es preciso disfrutarla en todas sus facetas, incluyendo el derecho a la recreación, a la salud y a la paz, que a su vez es felicidad.
Largas jornadas laborales, prestar servicios en entornos carentes de higiene y salud, así como, llevar deberes al hogar, afecta el bienestar de todo ser humano. Como sabemos, algunas profesiones producen las denominadas enfermedades profesionales, por eso, debemos priorizar nuestra salud física y mental, a sabiendas de que el trabajo nos permite devengar un salario, vivir con dignidad, obtener cosas materiales y ayudar a nuestros semejantes.
En ese aspecto, los animales corporativos dado sus múltiples compromisos, descuidan una parte esencial de su vida, raras vez, disfrutan de tiempo libre, de la naturaleza y otros regalos que nos ofrece el Padre Creador. Esto a simple vista puede parecer una práctica sana, pero no lo es, porque posibilita acumulación de factores de insalud, que con el tiempo pueden convertirse en enfermedades de alto costo y complejidad, y muchas veces las personas trabajadoras no cuenta con un buen seguro de salud para costearlas o con recursos económicos para el gasto de bolsillo que estas conllevan, casos comunes en países como el nuestro, en vía de desarrollo.
Por eso, es importante que podamos valorar, proteger y mimar nuestro cuerpo, nuestro templo, que vivamos una vida más con salud…, siendo personas sabias; estas son felices. Si bien es cierto que el único modo de hacer un gran trabajo es amar lo que haces, como dijo Steve Jobs, y «el trabajo duro hace que desaparezcan las arrugas de la mente y el espíritu», también es imperioso reconocer que «hay más en la vida que incrementar su velocidad».
santosemili@gmail.com
(La autora es abogada y periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
Comentarios sobre post