Nunca observé como en la cosecha de este año la presencia de tanto mango en espacios urbanos de nuestra ciudad capital. Desde las calles se columbran en patios, y hasta en aceras, los árboles paridos de mangos. Cuando maduran, el contraste con el verde de las hojas los hace más visibles y apetecibles.
No solo a don Martin Garata, “persona de alto rango, le gusta mucho el mango porque es una fruta grata”, según lo ha escrito Juan Antonio Alix. A cualquiera le apetece un mango, una fruta fresca, nutritiva y de algún modo medicinal, sobre todo para evitar el estreñimiento. Producirla en el patio es privilegio.
Es imposible proceder del campo y no conocerlo de cerca. En los predios de mi padre los había y muy buenos, de una variedad no vista en otro lugar a la que en Miches llamamos almidón. Por ser muy líquido se lo puede uno comer sin ensuciarse la boca, si lo chupa. Confieso que ese mango reporta añoranza de mi infancia michera.
Para entonces, “hacerle yanqui” a los mangos en fincas ajenas no se consideraba hurto, pues ningún agricultor vivía del cultivo de este fruto. Y era deleite de muchachos andar en trullas capturando mangos en cualquier lugar, aún fuesen los protagonistas hijos de propietarios de otras tierras paridoras del apetecido manjar.
Desconozco si alguna entidad ha cuantificado la producción de mangos entre los linderos del Distrito Nacional y el alcance comercial que pueda registrarse. Sé que, aunque no tengo matas, pues mi vivienda carece de patio, unos amigos me benefician con alguna porción de su cosecha. Agradezco el halago.
Si no alcanzaran para comercio, los mangos urbanos han de servir para incentivo de buenas relaciones, entre ellas las de negocios, tanto familiares como de amistad. Nadie rechaza un mango y menos de esos a los que se saca la pulpa con una cuchara, para degustar directamente o para sorberlos en jugosa bebida.
La cosecha se inicia a mitad de año y se extiende hasta agosto o septiembre, sobre todo si se trata de los mangos criollos. Es visible que algunas plantas terminan primero que otras su producción, pues ahora mismo es mitad de septiembre y aún quedan mangos por comer, mientras unas matas solo muestran hojas.
Originaria del Asia tropical, se trata de una de las frutas tropicales más comercializadas en el mundo. En las casas modestas de los barrios como en las mansiones de los sectores elegantes crece el mango y su producción decora el ambiente y satisface el apetito. Comamos mango, eso hace bien.
rafaelperaltar@gmail.com
(El autor es periodista y escritor residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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