A Pleno Sol
Los padrones de los partidos políticos poco importancia tienen en la real evaluación política. La mayor parte de la población no milita en grupos. Cada cual lleva sobre sus hombros una carga-propia.
Los que hacen del partidismo una profesión, piensan que la totalidad de la población sigue el día a día de sus correrías y travesuras, y no es así. La mayor parte de los dominicanos tienen su propio mundo insatisfecho.
Silente o vocinglera, la mayoría tiene cuerpo amorfo, le teme a la integración a los partidos políticos, rehúsa dar señas particulares cuando se les encuesta, y mantiene la posición de que el voto es secreto.
No todo está solucionado y el triunfo amarrado, por un abultado padrón partidista. Puede ser un punto de referencia, de cara a los medios de información o los particulares trabajos de campo, pero es más fantasía que realidad.
La mayor parte de la población es indiferente al devenir de los agrupados que luchan por el poder. Días antes de las votaciones toman decisiones, atraídos por los encantadores de masas. Dan el poder en el desborde de sus emociones congeladas.
Además, hay la impresión generalizada de que la política-partidista es el trampolín ideal de muchos para conseguir ascensos sociales, y dejar a un lado las chancletas, para montarse en un carro de último modelo.
Cometerían un error imperdonable los líderes, si piensan que en sus padrones está el triunfo. Falso. Es un golpe de efecto tener una gran membresía, pero los votos se buscan con la mujer y el hombre anónimo, el que vive montado en el caballo desbocado de la crisis, y conoce sus triunfos y derrotas.
Esa masa con sentimientos, pero sin fervor partidista, solo tiene importancia un día: cuando va a votar. Después se olvida. Los partidos y los métodos cambian de acuerdo a conveniencias circunstanciales, pero las necesidades de la mayoría se mantienen sin soluciones.
En las últimas elecciones la abstención ha sido despreciada por las estadísticas oficiales, pero es la hora de prestar atención a los que de una forma singular también cumplen con su deber cívico.
Las elecciones son el único camino democrático para llegar al poder. Los partidos son el instrumento válido y organizado para transitar ese tramo. Ser crítico es factor esencial de la democracia.
Solo queda esperar que el liderazgo mantenga desde ahora la calma, la ética, sepa respetar el consenso, y deje en el pasado y el olvido a la masa descontrolada. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
manuel25f@yahoo.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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