La acción de imponer o “inspirar” temor podríamos definirla como “intimidación”. Hay muchas variantes de intimidar o “sugestionar” a alguien, el chantaje, la amenaza, la coacción, etc. etc. etc.
En la república dominicana, como en muchísimos otros lugares, la política es un arma frecuente de intimidación. No podemos afirmar que exista la amenaza, el chantaje o la coacción es más bien un “habito cultural” que nos hace cómplices de “participar” por convicción u omisión.
El silencio es el mayor aliado de la intimidación. Sabemos que “allá”, en algún lugar de las alturas, hay un grupito de gente tomando decisiones que “supuestamente” serán para nuestro beneficio…aunque sabemos que el beneficio mayor será para ellos.
No es tan difícil tener “constancia” de ello, solo nos bastaría con ver el nivel de vida que abrigaban nuestros últimos ex y presente presidente, antes de “llegar” y ver el que tienen ahora, para preguntarnos ¿el ser presidente nos hace ricos?… nadie se pregunta ¿cuál es la función de un presidente?.
Cuando elegimos a una persona para administrar los recursos del estado no le estamos otorgando a esa persona el derecho a conformar un equipo de trabajo que se encargara de elaborar fórmulas de riquezas y que a la vez cercenara cualquier crítica o alarma de abuso en base a “la intimidación”.
Estamos acostumbrados (entiendo la vaguesa) a que nos callen, bien sea, con chantajes, o con el descredito y para eso están las docenas de damiselas, periodistas bocinas, que, como un virus, si ya sé que está de moda, se dispersan a contaminar las gargantas en busca del silencio que justificara el “valor” y precio a pagar por el servicio indecoroso.
Me llama la atención, la “tradición” arraigada en el pueblo dominicano y que llama a esos instantes en que un nuevo grupo de “administradores” tomara las riendas del estado. Está asume que “tendremos nuevos ricos” en consecuencia, seremos “otros”, nuevos o distintos, “los beneficiados”.
Recuerdo el intento que tuvo el Sr. Guillermo Moreno de llevar a la justicia al ex presidente Leonel Fernández. Recopilo las pruebas y hasta las publico en un libro. Nunca me olvidare de aquella enorme intimidación que utilizo el ex presidente enviando al juzgado a más de cien abogados para su defensa…
El dominicano lanza basura al piso y esta consiente que está mal. Quizás sea por ello que busca la intimidación de otro que lo obligue a tirarla en el zafacón. De ahí miramos, sin sorpresa, como de la veda total y despreciable al tan solo escuchar el apellido “Trujillo”, de repente tenemos al nieto, aplaudido y admirado por cientos de inocentes y confundidas víctimas de la intimidación.
¿Sabemos lo que queremos? Queremos estar “pegaos” pero a la vez criticamos al que lo está. La hipocresía vuela por todo el territorio dominicano como el Covid 19 por el mundo. Tenemos un virus político insertado en nuestras venas que sabemos que nos daña, latente y al acecho del primer chance.
En unos meses, es probable que tendremos a una nueva jauría de depredadores, perdónenme, pero he perdido la fe, que se entretendrá por un buen tiempo en “desmantelar” toda la cadena de asalariados, botellas, bocinas y demás colaterales sanguijuelas, para irlas llenando de otras con la misma sed que las idas.
Mientras sigamos viéndonos como “indios” y no negros, mientras pensemos que “los blanquitos” son decentes solo por su “apariencia”, mientras no aprendamos a escuchar nuestro corazón y el de los otros, mientras nos enganchemos a la política en busca de fortuna y no de servicio, mientras sigamos en toda esa mierda de fanfarria y adulaciones, seguiremos intimidados por nuestra propia ignorancia.
Un país se construye con la decencia, el amor, la compasión y todos aquellos atributos que contribuyen al bienestar de todos y no de los que equivocadamente confunden una posición gubernamental como un puesto de prepotencia imperial.
¡Los puestos del estado son lugares de servicio en donde la intimidación no tiene ni el más mínimo asomo de sacar la cabeza y si la saca…hay que cortársela! ¡Salud!. Mínimo Caminero.
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach).
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