A Pleno Sol
Las deportaciones de haitianos tienen que seguir. La mayor carga de indocumentados que subsiste a nivel de pobreza es de haitianos. Pero también hay ilegales norteamericanos, españoles, franceses, alemanes, y venezolanos, no puede haber privilegios por razones de piel blanca o negra. Todos deben ser repatriados, pero con los haitianos se sufre el mayor peso socio-político.
Es un problema territorial, de invasión pacífica, de cercanía entre dos países que tienen costumbres e historia distintas, La República Dominicana siempre ha sido solidaria con Haití, y demasiado abierta la frontera a la migración.
Sin embargo, se quiere tapar una realidad, y es que los grandes empresarios son los responsables de que haya una mano de obra barata, que es llenada por haitianos que escapan del infierno del hambre. Una migración ilegal que encuentra trabajo legal.
El gobierno dominicano tiene que defender la nacionalidad, la soberanía y la territorialidad. Es una cruzada donde debe contar con el fiel respaldo de todos los sectores de la vida nacional. No puede parar las deportaciones y tiene que impartir instrucciones en la frontera, para que se evite la entrada de indocumentados.
Somos contrarios a una práctica lesiva a los derechos inherentes al ser humano cuando se llevan a cabo las deportaciones. Hay que garantizar el respeto a los que van de nuevo a su país, con todas las facilidades y respetos que sea posible. No caben en el país, pero reconocemos que son refugiados del hambre y la miseria.
El presidente Luis Abinader merece mensajes de aliento y reconocimiento por la postura de enfrentamiento que ha tenido con organismos de las Naciones Unidas, expertos en la lucha para mejorar las condiciones de vida de los refugiados, y los derechos humanos.
Si bien tienen prestigio mundial por su trabajo, en esta ocasión emitieron consideraciones que son injerencistas y violatorias del derecho internacional, tanto por parte del Comité de los Derechos Humanos como del Alto Comisionado para los Refugiados de las Naciones Unidas.
La República Dominicana es libre e independiente, y nadie, por más poderoso que sea, puede venir aquí a dictar normas de conductas. Rechazamos cualquier grado de intervención extranjera, y abogamos por el respeto al derecho internacional.
Ahora, lo único que se debe aplicar es la ley y la Constitución. Ningún extranjero indocumentado puede estar en el país. Nuestro territorio y nuestra soberanía se tienen que respetar. No es hora de excesos, ni de nacionalismos rayanos en la locura. Los ilegales para Haití, y que se levante bien en alto la bandera nacional. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
manuel25f@yahoo.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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