A mi longeva edad, con la acumulación de 73 años bien leídos, mal remunerados y una conducta honradamente incorruptibles, he procreado cinco hijos: cuatro varones y una hembra. Tres de ellos residen fuera de la República Dominicana. El número cuatro en mi lista es ciudadano estadounidense por haber nacido en Puerto Rico.
Con la hembra, que en el 13 de julio de 2022 cumplió 13 años, por ser la más pequeña, mantengo una comunicación más directa debido a que compartimos el mismo techo. Con los demás, me comunico a través de llamadas por teléfonos o mensajes virtuales y siempre llevo la cuenta de la fecha de sus cumpleaños.
La hembra exhibe un temperamento fuera de serie, pues aunque es brillante con los estudios y obtiene altas calificaciones en todas las materias, no es muy comunicativa. Sin embargo, es obediente, disciplinada, responsable; es exigente y a veces intolerante a las preguntas que le hacemos.
Como adolescente al fin, se pasa siempre horas encerrada en su habitación (incluso ahí almuerza) con unos audífonos insertados en los oídos, escuchando música, mientras dibuja en la pantalla del móvil figuras humanas coreanas. He descubierto que tiene mucha habilidad para el arte y es adicta a las series o películas asiáticas.
Esa actitud suya la he consultado con psicólogos amigos y la respuesta ha sido que se trata de un normal comportamiento de la juventud de ahora, en todo el mundo. Y me recomendaron no preocuparme y darle todo el apoyo que ella amerita hasta hacerse adulta y lograr madurez.
Esa sugerencia me obligó a investigar, sobre todo después que mi esposa (que también es una periodista que no ejerce y una investigadora natural), me puso al corriente de lo que ocurre con la niña. “Ella pertenece a la denominada generación de cristal, un fenómeno social que se registra en la sociedad moderna”, dijo.
Buscando en los registros bibliotecarios, he visto el contenido de la generación de cristal, que es un término bastante utilizado en redes sociales y en estudios sociológicos de reciente divulgación. Es asociado a la filósofa española Monserrat Nebrera, quien lo utiliza para referirse a los jóvenes nacidos después del año 2000, quienes están en la adolescencia y comienzan a alcanzar la mayoría de edad.
Aunque el término «cristal» está asociado a la fragilidad de algo que se puede romper fácilmente, el análisis filosófico realizado por Nebrera a estos jóvenes revela que podrían ser “inestables o inseguros” porque sus padres, que vivieron épocas de mucha carencia, se empeñaron en salir adelante para darles todo y que nos les falte nada como a ellos en su momento.
E 21 de diciembre del 2019, el portal digital El Heraldo de México publicó un interesante artículo sobre el tema que destaca que “desde los Baby Boomers (1946-1965), seguido por la X (1972-1980), los milenials (1985-1995) y la Generación Z (1995-2000), la generación de cristal es la última que destaca por algunas características particulares y porque representan la nueva juventud mundial y quienes definirán a la sociedad en los próximos años”.
Apunta la publicación que estos jóvenes nacieron después del año 2000, por lo que están entre los 11 y los 20 años y fueron criados por la generación X, quienes luego de enfrentar crisis económica y carencias se habrían esforzado por darle a sus hijos la mejor calidad de vida posible y tratarlos de la mejor manera.
Y agrega: “Aunque el término de cristal es utilizado de forma peyorativa para referirse a ellos por ser más sensibles ante los problemas, eso también los volvería más críticos de la realidad social a la que se enfrentan, por lo que son menos tolerantes a las injusticias”.
Algunas características asociadas con ese segmento poblacional son las siguientes:
-La tecnología y sus avances forman parte de su día a día.
-Todo es efímero y su vida social se desarrolla principalmente en las redes sociales.
-Son frágiles porque hay poca autoridad y sobreprotección.
-Les falta empatía y tienen poco interés por la lectura y la cultura; sin embargo, prevalecen sus habilidades audiovisuales.
-Tienen baja autoestima, por ello necesitan reconocimiento constante.
-Tienen poca tolerancia a la crítica, al rechazo y la frustración y expresan mayor sensibilidad a problemas sociales.
-Son capaces de desarrollar una mayor inteligencia emocional.
-Confían en valores como la amistad, la valentía, la prudencia, la templanza, la fortaleza y la justicia.
Como se puede notar, los padres de ahora tienen como misión la difícil tarea lidiar con esa generación adicta a los celulares y a las basuras que difunde la televisión y esforzarse por entenderlos, asumirlos, tolerarlos y guiar sus pasos, motivarlos por la lectura, la cultura y buenas costumbres. Hay que entender que son otros tiempos y, como ellos, debemos adaptarnos a esa situación.
mvolquez@gmail.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
Comentarios sobre post