La lista de barbaridades es larguísima y se ha ampliado con COVID-19 en medio de una crisis crónica, que exhibe un ofensivo sello clasista: 1) La clase dominante-gobernante (transnacionales, magnates capitalistas, funcionarios…) luce opulenta y bastante protegida frente a epidemias, huracanes, terremotos…; 2) La pobreza queda a merced de Satán.
A esta hora no hay “mea culpa” de las cúpulas políticas, empresariales, eclesiales, militares-policiales y mediáticas, por forzar la concurrencia a las votaciones de marzo, obviando los riesgos de lugar y descuidando las previsiones para enfrentar la pandemia; riesgos traducidos ya en volumen y velocidad de extensión de la infección.
Con un 53% de la población trabajadora paralizada y semi-paralizada, 50% de las familias con ingresos inferiores a 14 mil pesos, 46% que no le llega agua a su casa, más de un millón de viviendas no habitables (hacinamiento brutal), medio millón de trabajadores/as suspendidos o en procesos de despidos… se pretenden limitar las compensaciones al incremento a 5 mil pesos del subsidio a familias pobres ( 7 mil en las vulnerables al virus) y 8,500 mensuales al personal de las pequeñas empresas privadas, una parte solo obligadas a cubrir hasta el 70% del salario total. Y algunas otras decisiones insuficientes.
El precario monto destinado -dinero propios trabajadores (fondos de riesgos laborales) y endeudamiento interno y externo, no prevé la velocidad de incremento de la parálisis y anulación de ingresos; lo que aumenta geométricamente la dimensión de las necesidades colectivas.
Las pruebas gratuitas, alimentos, mascarillas y guantes, o no llegan, o tardan en llegar a los empobrecidos. Por igual los medios de protección del personal de salud y medicamentos para garantizar asistencia con los menores riesgos. La instrucción necesaria y los suministros son muy insuficientes, hasta el extremo de observar colectores de basura, policías y militares, gente en farmacias, mercados y supermercados, sin guantes, sin mascarillas, o con las mascarillas debajo de las narices.
Pero eso es poco. El ridículo presupuesto de salud sigue rígido. Los aportes de tutumpotes reducidos a su engañosa voluntad filantrópica. Los onerosos pagos de la deuda externa, bien gracias. Odebrecht, Barrick y Falcondo… echándose fresco. Candidatos haciendo caridad con lo ajeno. Propaganda clientelista disfrazada de filantropía. JCE gastando en comicios de mayo.
Resistencias a aplazamientos de pagos a empresas de servicios básicos. Escuelas públicas sin enseñanza virtual. La violencia de género creciendo. Cero intervenciones estatales de los negocios privados de salud. Nada de controlar especulación. Ningún traspaso presupuestario para enfrentar deterioro de salubridad. Y miedo a Trump impidiendo ayuda de Cuba! Bárbaros!.
Comentarios sobre post