La verdad es que este asunto terrenal se está poniendo cada día peor!. Mis uñas me lo recuerdan constantemente, me he lavado tanto las manos que lucen impecables, sin ningún rastro de suciedad. Poco a poco he tenido que irme adaptando a los cambios bruscos que de la noche a la mañana he adquirido.
Ahora tengo una manía que todo lo que toco, me lleva al fregadero. Las llaves de mi auto, el manubrio interior/exterior de la puerta y el carro, el lapicero, la camisa, los pantalones, todo hay que “fumigarlo”. No puedo ni tocarme la cara, mejor dicho…no puedo ni tocarme a mí mismo!!…
Este maldito virus, cierto que se está llevando mucha gente a visitar a “papadio”, pero también ha hecho que muchos, por fin, se bañen!!. El mundo en si, está respirando mejor ya que to’ las fábricas están paradas. La contaminación es casi nula!. Un hecho casi irrepetible en nuestra historia moderna.
Es como si de buenas a primeras, zass!! Los humanos no existiésemos. Los principales depredadores del planeta estamos encerrados, nulos! Desde nuestras humildes “mansiones” somos inofensivos para el mundo.
Los desechos tóxicos que producimos desde el hogar, son inmensamente menores que los ocasionados en la calle.
Posiblemente los únicos que van en desventaja son los ratones quienes estarán más “aburrio” que nosotros ya que no pueden salir a hacer sus fechorías en nuestra presencia.
Dentro de las cosas buenas que este momento histórico nos ha dado, está la lección única! De ver en perspectiva; qué hemos hecho de nuestras vidas y qué estamos haciendo con ella hoy. El stress recorrido no será ya el que enfrentaremos. Saldremos de esta pesadilla con una fortaleza jamás soñada y la que desconocíamos tener.
Yo hasta cierto punto la conocía, no me tocó vivirla pero si verla unos diez años atrás. Fue aquel señor mayor (87 años) al que le rentaba un pequeño apartamento. Éste se veía enfermo y casi a punto de firmar con los ángeles. Una tarde llegué a visitarlo y me encontré con la ambulancia que se lo llevaba ya que le había dado un paro cardiaco. Le insinué a un paramédico que, Don Pedro, no se salvaba de esta y la respuesta que dio a mi comentario fue; “No creas, el cuerpo humano se resiste a morir”… Yo no supe más de Don Pedro, por lo que lo di por muerto.
Como mi estudio me queda cerca, suelo irme en bicicleta. Las desoladas calles son una delicia para los ciclistas, ahora solo pongo cuidado en no atropellar a los ratones huyendo de los gatos y estos huyendo de los perros. La algarabía es distinta, de repente te salen quince gallinas en desbandadas perseguidas por tres galantes gallos. La fiesta animal se ha desatado en mi barrio, he visto zorros, mapaches, culebras y hasta monos!!.
Un águila calva, que no sé de dónde demonios salió, me arrancó el sombrero de peluche que llevaba, al parecer pensó que era una iguana de las que también se han tomado todas las ramas de los árboles y las que a veces “gotean” cayéndole encima a los autos parqueados.
Hoy tuve que cambiar la rueda trasera de la bicicleta ya que la mordida que le dio el cocodrilo que al parecer llevaba varios días asechándome, casi la arranca por completo. Yo sé que lo volverá a intentar mañana pero como carnada le llevaré al jabalí que me persigue desde una cuadra antes.
Como ven, la tragedia de unos, es la felicidad de otros. Ya los árboles y los arbustos han arropado a la mayoría de las casas, esto en poco tiempo, volverá a ser la jungla que era antes de que llegáramos a sembrar cemento por todas partes.
Cuando nos permitan salir de nuevo, nos encontraremos que; “los invasores hemos sido invadidos”. Muchos saldrán flacos, pero la mayoría más gorditos. Nuevos miembros de la familia verán la luz por primera vez mientras otros no la verán ya más…
Algunos saldremos con el “instinto de la paciencia” desarrollado y otros convertidos en vulgares asesinos de suegras…la tragedia no es tan grave, no ombe!!. Cuando poco, habremos recuperado nuestra memoria ancestral de cavernícolas por lo que estaremos en nuestras aguas cuando abramos la puerta para encontrarnos con una tupida vegetación.
Volví a salir en la tarde y pensé que ya me había vuelto histérico, con todos estos cambios, al ver a Don Pedro! Asido a una liana y saltando de árbol en árbol. Sorprendido le hice señas para confirmar que no estaba yo demente. Se me acercó sonriente. Tenía el pecho desnudo, la piel tostada y firme y se cubría con lo que parecía una falda escocesa. Don Pedro!. Exclame, más este me miró incrédulo y con voz de trueno me dijo; ¿Qué Don Pedro ni Don Pedro? Es que acaso no reconoces a Tarzán?…
Postdata; de esta saldremos, o más vivos …o más locos! Pero saldremos. Así tengamos que salir como Don Pedro y regresar como Tarzán!!. Salud dos veces!!!. Mínimo Caminero.
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