Por Alejandro Lladó
En el día de ayer el gobernador de Puerto Rico, Pedro Pierluisi Urrutia anunció la posposición del inicio de clases en las escuelas públicas hasta el miércoles, por el posible paso de la tormenta Grace. Por par de horas fui ingenuo y pensé que la decisión se tomó para habilitar las escuelas públicas como refugios, para las personas que viven en zonas inundables.
En la mañana de ayer, desperté de la ingenuidad al a pesar de debilitarse y desviarse la tormenta, el gobernador justificar mantener la suspensión de clases en las escuelas públicas, con el cuento de que van a limpiar los purificadores de aires acondicionados.
¿Quién se cree que, si en año y medio de pandemia no han limpiado los purificadores de aire ni preparado las escuelas para su reapertura presencial, lo van a hacer en dos días?
En Puerto Rico, hay una historia de no brindarle mantenimiento a los planteles escolares ni tener maestros contratados para numerosas materias, al inicio del año escolar.
Año tras año, administración tras administración, fracasamos en el mismo error de dejar los preparativos de las escuelas para la semana antes de comenzar el semestre y no usar los dos meses de verano, para mantenimiento de facilidades y llenar vacantes de maestros, conserjes y empleados de comedores escolares.
Peor aún, la mayoría de las escuelas públicas llevan cerradas desde marzo de 2020 y tuvimos año y medio para mejorar la purificación de aires, corregir los problemas de columna corta que se señalaron tras los sismos y habilitar escuelas cerradas para tener salones con grupos más pequeños.
El contexto histórico de año y medio de encierro y educación virtual ha traído numerosos conflictos para la niñez.
Primero, muchos niños residen en hogares donde no tienen conexión a internet y no pueden tomar sus clases por la plataforma de Teams.
Segundo, una de las ventajas de una educación presencial versus una educación virtual es que se fomenta el proceso de interacción de los niños y estos estudiantes crean lazos de amistad con otros compañeros.
Tercero y no menos importante, muchos padres han tenido que renunciar a sus puestos de trabajo o pedir reducciones de horario, para supervisar y ayudar a sus hijos con la educación virtual.
¿Si hay tantos beneficios de que las escuelas públicas reabran completamente, porque el gobierno no ha preparado estas escuelas para que reabran?
La respuesta es más simple de lo que parece, la educación de nuestra niñez no es prioridad para el gobierno de Puerto Rico.
El gobierno de Puerto Rico prefiere invertir en otras áreas de la economía por dos razones.
Primero. Las ganancias económicas de invertir en la educación, se ven años y décadas después de que aumenta esa inversión y no se ven un término político de cuatro años.
Segundo. A los gobernantes de turno les conviene que nuestros jóvenes no reciban una educación de calidad para mantener a un pueblo ignorante, a la hora de participar en eventos electorales y multitudinarios.
En resumidas cuentas, el invertir más dinero en la educación y mejorar programas educativos, inhabilita la corrupción y la supresión de un pueblo.
Un pueblo instruido con altos niveles de educación conocería mejor nuestros derechos y no toleraría el que se le otorguen contratos millonarios a «amigos del alma», sin que se vea mejoría en los servicios que los ciudadanos reciben.
En la mayoría de los países industrializados, se han reabierto las escuelas públicas de forma segura sin mayores brotes de Covid-19, entre estudiantes y personal docente y no docente.
Ahora, para reabrir las escuelas de forma segura en Puerto Rico no solo hay que limpiar los purificadores de aire, sino corregir los problemas de columna corta que se destaparon con los temblores de enero del 2020 y contratar más maestros y habilitar planteles cerrados por la austeridad fiscal para dividir los niños en grupos más pequeños.
Tampoco podemos cometer el error de muchos estados de Estados Unidos, de abrir las escuelas sin requerir el uso de mascarillas.
Los niños llevan año y medio con educación a medias y no aguantan que se les viole el derecho constitucional a una educación gratuita que promueva su pleno desarrollo.
Como dice Mayra López Mulero en su programa de WKAQ, ¡no nos callan!!!.
(El autor tiene una maestría en economía y es estudiante de Derecho, residente en Puerto Rico).
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