Reflexiones en el cambio #59
Tengo más de 42 años en política y en el pasado siempre actué diferente al universo de los perredeístas, que con él sectarismo propio de la época no cultivaban relaciones con dirigentes de otras organizaciones políticas. Siempre vi eso como algo sin sentido, de manera que traté de establecer armoniosas relaciones con los contrarios y convertir en amigos a varios de estos, pese a las diferencias partidarias.
Tengo una relación de afectos de más de treinta años con Leonel Fernández. Quien me lo presentó fue el doctor Radhamés Jiménez Peña. Desde entonces construimos una amistad que permanece hasta ahora. Papá se dio cuenta de mi capacidad de hacer amigos en todos los litorales políticos, poniéndome a cargo de las relaciones inter-partidarias de la dirección de campaña, en ambos procesos electorales por el acuerdo de Santo Domingo en 1994 y 1996 en donde él fue candidato, presidencial para que pudiera construir puentes y conseguir apoyos, y también para establecer vínculos con los adversarios. Por eso fui enlace entre Leonel y él para temas delicados. Decidí, tiempo después de la ida a destiempo de mi padre, establecer relaciones políticas con el PLD a través de mi amigo Leonel, por lo que terminé siendo aliado de los morados por 20 años, lo que me permitió conocer entonces a casi toda la clase política.
Mis vínculos de amistad e institucionales con todo el sistema de partidos, sobre todo desde la constitución del FOPPPREDOM, me hacen ser neutro en temas institucionales y defiendo a la clase política y a todos los partidos políticos sin excepción, reconociendo que existe en todos ellos gente honesta y de gran calidad humana, mil veces mejores que en el empresariado y en la sociedad civil, que solo le sirven a sus particulares intereses y a quienes parece no importarles mantener relación alguna con la población pobre del país, diferente al ADN de los políticos de oficio, que se identifican con los problemas de la gente.
Mis vínculos de larga data con Leonel no me impiden ser objetivo en mis análisis, ni mucho menos me impide crear relaciones de amistad con sus contendores. Soy así y él me conoce. Ahora, no abandono a mis amigos en los tiempos difíciles y se lo he probado, porque no acepté ser parte del danilismo en el poder y armé la alianza que lo llevó como candidato para el 2020, a sabiendas de que no teníamos el menor chance de clasificar en las elecciones y consciente que esto llevaría a Luis y el PRM al Palacio Nacional.
Acompañé a Leonel en todo el proceso de la precampaña de las primarias, a sabiendas que se impondría el candidato del gobierno, Gonzalo Castillo. Así se lo hice saber en varias reuniones a una parte de la dirección de la campaña, que no tomaron bien mis expresiones, unos porque la consideraban derrotistas y uno que otro que dudaron de mi lealtad al proyecto, porque les expuse con sinceridad mis opiniones. Así se lo hice saber a Omar Fernández, quien me preguntó en Funglode, el día 5 de octubre, qué pasaría en las primarias del día siguiente y le respondí que se impondría a Gonzalo por no más de 30 mil votos. Tenía datos, informaciones que me confirmaban que así sería, y así pasó.
Fue precisamente el Profesor Juan Bosch quien popularizó el concepto martiano de que en política «hay cosas que se ven y cosas que no se ven» y que las que no se ven, casi siempre son más importantes que las que se ven. Esto viene a colación porque todo el mundo supone que la división del PLD es obra únicamente de dos hombres (Danilo y Leonel), cuyos egos les impidieron ponerse de acuerdo y que, por sus particulares intereses, prefirieron hundir la nave peledeísta antes que ceder en favor del otro. Aunque en parte es cierto, nada más iluso que analizar que eso fue el verdadero detonante de la división morada. Aquí le explicaré, en este «decálogo de la división», lo que realmente pasó:
1- Es cierto que las diferencias internas nacen de celos de liderazgos, pero por la forma en que estaba estructurado el PLD eso era manejable, porque era un partido de organismos donde las diferencias de sus dos más connotados dirigentes no lo debían dividir. El problema se inicia por el interés del gobierno de Danilo de controlar a su más alto organismo, el Comité Político, poniendo ahí a gente de su entorno particular, rompiendo con ello una tradición partidaria de que solo se llegaba al CP por méritos y por años de servicio a la organización. En parte eso fue culpa del buen amigo Félix Bautista, que desafió al gobierno y enseñó muy temprano las garras del leonelismo para mantener cuotas importantes en la dirección del partido, lo que produjo esa reacción del danilismo. Ahí comenzó todo, pese a las ya diferencias conocidas anterior a esa situación.
2- El danilismo inició contra Leonel una campaña infame para evitar que fuera éste el candidato presidencial del 2016, cosa innecesaria porque Danilo, con su innovadora forma de actuar y con su inversión en áreas sociales sensibles (911, visitas sorpresas, tandas extendidas y estancias infantiles, entre otros) se había ganado el favor popular y, por ende, el derecho a repostularse. Así lo confirmaba los números de las encuestas que demostraban que él sería, para el 2016, mejor candidato que Leonel. Pero las acciones «non sanctas» llevadas a cabo por un sector del gobierno de Danilo contra el presidente del Partido, creó malquerencias y profundas heridas entre los grupos. Lo interesante de esto es que quienes crearon esa situación desde el gobierno, no eran ortodoxos peledeistas sino los vinculados en el gobierno de Danilo con la sociedad Civil, los americanos y el gran empresariado ¡Qué inocente coincidencia!
3- Para detener a Leonel en el 2020 el gobierno necesitaba construir un marco jurídico electoral que les garantizara la victoria interna y que, a la vez, le creara trabas a Leonel en una eventual salida de éste de la organización, una especie de «te engaño, te gano y te amarro». Eso se pretendió hacer con las leyes Electoral y de Partidos, solo que en la prisa para su aprobación se cometieron gazapos que le impidieron llevar a feliz término su plan. ¡Qué casualidad, en dicho plan, por su redacción y aprobación, trabajaron representantes de la sociedad civil! ¡Qué coincidencia, otra vez!
4- Una inobservancia de los que hicieron ese «traje a la medida» de las leyes Electoral y de Partidos, es que no se dieron cuenta a tiempo de que eso caería en manos del Tribunal Superior Electoral y del Tribunal Constitucional, y que ahí el leonelismo y los sectores que deseaban sacar del poder al PLD harían mayoría e impedirían que se cumpliera el plan del gobierno. Las sentencias hablaron por sí solas, creándole un desconcierto total al danilismo, pues fue ahí cuando se dieron cuenta de que no las tenían todas consigo.
5- Las primarias del 6 de octubre fueron el «Waterloo» del PLD: ese día se selló su derrota y su segura salida del poder. Lo más grande fue la ingenuidad supina del gobierno de creer que controlaba la Junta Central Electoral para sus particulares fines. Nada más alejado de la realidad, vistos los resultados.
6- Lo qué pasó el 6 de octubre fue una acción combinada de todos los sectores que deseaban sacar del poder al PLD y esa conjura fue tan inteligentemente hecha, que le hizo creer al gobierno que era porque los favorecía y a Leonel de que lo sucedido allí contra él, era obra del gobierno únicamente, o sea, jugaron con los dos para lograr sus planes, para que de ahí saliera la definitiva división del PLD. Los fuegos artificiales de «problemas en el software» ocultaron el verdadero timo del voto masivo en la región del sur del país, donde votaron hasta casi las 2:00 am, expidiéndose a propósito una resolución que, de manera inaudita, dejó abierta la votación pese a que horas antes se había iniciado el escrutinio de votos, algo insólito y que nunca se había visto en la historia electoral: esto le permitió al gobierno buscar los votos de la diferencia, lo que les faltaba para que Leonel perdiera. Pero cuando lo lograron, a quien le hicieron jaque no solo fue a Leonel sino a todo el peledeismo.
7- El gobierno, orondo por el supuesto apoyo dado por la JCE para reconocer el cuestionado «triunfo» de Gonzalo, y Leonel, convencido de que un «algoritmo» de única y deliberada acción del danilismo era el responsable de su derrota. Pero ninguno de los sectores en pugna se dio cuenta, al calor de la confrontación, de que los sectores que no querían más PLD en el poder habían jugado sus cartas y la habían ganado, porque habían inoculado el germen de la división y era inminente que esta se llevaría a cabo.
8- Queda por saber por qué el gobierno, con sus mecanismos de información privilegiada, no se dio cuenta a tiempo del gancho en que cayó. Al parecer, dentro de su liderazgo todos tenían el síndrome de Hibris, que no es más que el impulso irracional y desequilibrado del orgullo y la arrogancia que hace desconocer frenos y límites. En su demencial interés de aplastar, al contrario, no observaron que Leonel era su mal menor, porque, aunque perderían la presidencia en un acuerdo con él hubiesen conservado importantes cuotas de poder.
9- La JCE de entonces se sumó al clamor nacional y jugó a favor de la mayoría del pueblo, que estaba en contra del gobierno y, a la vez, complació a los sectores de poder que no querían más PLD en el poder. Por eso sus resoluciones, que en principio beneficiaban al danilismo, después de lograda la división ninguna más lo favoreció, inclusive aquella que pedía una anulación parcial de las elecciones municipales para que solo fuera donde había voto electrónico, o la que aceptó la candidatura presidencial de Leonel sin chistar. Pero fue tan bien montado ese teatro que, mientras al frente en la plazoleta se les apostrofaba a los miembros de la misma, los ingenuos gobiernistas no sabían que ya su destino estaba marcado, que su salida del poder era inminente y que su fecha estaba marcada para el 16 de agosto.
10- Los sectores que incidieron ante la JCE para sacar al PLD del gobierno tenían una clara determinación y, a mi parecer, 5 razones válidas: primero, que estaban hastiados de que fuera en un comité político que se decidiera todo lo que habría que hacer en el país; segundo, los empresarios, sobre todos los tradicionales, sabían que el poder peledeista les había construido una clase de nuevos ricos y estos les hacían feroz competencia comercial pero contaban con el favor estatal en sus negocios; tercero, la iglesia nunca le perdonó al PLD su apoyo al sector protestante, que le hizo disminuir sustancialmente su feligresía, dándole a éstas recursos, derecho a casar y permisos de canales y emisoras, más una oficina en palacio, todo lo que las estaba ayudando a su crecimiento día por día; cuarto, a los americanos nunca le gustó el PLD, les convienen los gobiernos genuflexos y los peledeistas nunca lo fueron, además de que tenían excelentes relaciones con las gobiernos de izquierda de Cuba, Venezuela, Ecuador, Brasil, Argentina, etcétera.
El golpe mortal que determinó el rompimiento con los intereses norteamericanos fue el establecimiento formal de las relaciones con China. Quinto, en el caso de la sociedad civil, ellos necesitaban una mayor representación que la que tenían con Danilo, que de por sí era importante, pero los mismos son insaciables y todos sabemos que buscan sustituir sin compromisos reales y sin buscar un voto a los partidos políticos.
Cómo verán la salida del PLD fue una acción concertada de varios sectores de poder, que usaron una táctica diferente con uno y otro grupo (Danilo y Leonel) para lograr sus fines ulteriores. Le di un seguimiento permanente a cada acción, para descubrir lo que estaba realmente pasando, lo que no era ajeno para el Candidato Luis Abinader, que sabía, por la seguridad con que me hablaba, que el plan de sacar del poder al PLD estaba en marcha y que eso lo llevaría indefectiblemente al poder.
Claro está, con compromisos muy serios con esos sectores que lo ayudaron a ganar la presidencia. Por eso siempre he sabido que Luis lo que está haciendo es cumpliendo primero con aquellos que hicieron salir del poder a los morados.
El golpe final que esos sectores le dieron a los dos grupos del PLD fue el golpe perceptivo de las encuestas, días antes de las elecciones por parte de las más reputadas encuestadoras, representadas aquí por grupos empresariales que, respaldadas por los mismos sectores que habían determinado la división electoral peledeista, en juego audaz, le hicieron un Jaque mate al Rey, porque con esas encuestas lograron bajarles puntos a ambos grupos para ahorrarse la segunda vuelta electoral.
Pero aún más, para que ninguno de los dos, ni PLD ni la Fuerza del Pueblo tuviesen capacidad de negociación alguna con Luis ni con el PRM. No podían permitir que una segunda vuelta electoral los sacara del protagonismo de la ecuación realizada por ellos, (los sectores intervinientes) ya que era muy riesgoso, porque si no hacían ganar a Luis en la primera vuelta se exponían a la oferta de apoyo por una cuota de poder de parte de la Fuerza del Pueblo o por una propuesta del PLD del retiro de su candidato oficial de la contienda para fines de la declaración como ganador de Luis de esas elecciones, sin necesidad de una segunda vuelta electoral. Está más que claro que, para llevarse a cabo tal acción, ¡gratis no podía ser!.
(El autor es dirigente político residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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