A Pleno Sol
La lucha por la prevención del coronavirus ha demostrado que grupos importantes de dominicanos son indolentes, sin responsabilidad cívica y que en su búsqueda de placer se les importa la suerte del otro.
Pocos respetan las recomendaciones sanitarias y el toque de queda. La mascarilla es un lujo y se la colocan cuando les viene en gana. Para prevenir el virus hay que demostrar tener una alta conciencia cívica, aplicando los parámetros de seguridad sanitaria.
El gobierno tiene que cumplir con la obligación de fijar estrictas medidas de control sanitario, como es el toque de queda y las restricciones sociales. Pero es imposible que se disponga que cada ciudadano sea vigilado por un policía o un guardia.
Hay que integrar la educación cívica y la promoción de los valores en la sociedad dominicana. Estamos caminando por una senda deshumanizada donde a nadie le importa la suerte del prójimo. Y no se puede seguir así.
La anarquía general en que vive la sociedad dominicana era fácil de ocultar, y que pasara desapercibida en medio de la normalidad de la vida, pero ahora, que se pone a prueba lo que debe ser solidaridad y respeto, todas las lacras salen a la luz.
Lo mismo se viola las medidas sanitarias en el arrabal que en las torres donde vive la gente más adinerada. Nadie da el ejemplo de comportamiento cívico, porque los que pueden ser líderes están en búsquedas personales o desacreditados, sea en la política, los deportes, o en cualquier renglón.
El gobierno ha fijado una nueva escala del toque de queda que deberá regir en la etapa final del año. Tenemos algunas objeciones, pero en sentido general no se gana con medidas restrictivas si el ciudadano no las respeta
Cuando el próximo año se hagan revisiones se podrá verificar si la nueva modalidad de exclusión y de toque de queda dio resultados. Hay críticas y apoyo. Pero lo cierto es que hay un rebrote de la enfermedad y cada día se hace más difícil hacerle frente
Cuando se pone en el tapete la necesidad de preservar vidas y salud, y los intereses de los comerciantes, en muchas ocasiones tiene más peso el mantener los comercios abiertos que a la población sana. Es parte de las incongruencias del capitalismo voraz.
Nuestro llamado es al gran pueblo a que medite y comprenda que estamos en un momento crítico, donde lo más importante es preservar la salud y la vida. Las fiestas, los encuentros y las actividades sociales se podrán continuar más adelante. Hagamos un alto en la irresponsabilidad ciudadana, para ver si sobrevivimos. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
manuel25f@yahoo.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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