Ya pasaron 24 horas que marcaron el día de mi nacimiento, septiembre 7 del 62.
Ayer, fue un día memorable, no porque la fiesta corrió por el barrio e inundó la casa, no!. Todo lo contrario, no hubo pastel, ni globos de colores, ni piñata, ni siquiera el coro último del colofón del “cumpleaños feliz”.
En esta ocasión, cibernéticamente hablando, la intensidad estática se acentuó por entre mis pies, me tocó las nalgas y como una araña traviesa recorrió mi espalda.
Se posó en mi oído y no paró, ni siquiera hoy, 24 horas después, de susurrarme…feliz cumpleaños.
Con estas líneas quiero agradecer a todos y cada uno de ustedes, las buenas intenciones lanzadas a través de las redes.
Ciertamente jamás hube de recibir tantos gestos de cariños a mi persona, como si me los mereciera, o ¿tal vez sí? ¿por qué no?.
He reído y llorado con algunos de ustedes y con otros desconocidos que jamás volví a ver y que de repente…zass! Me enviaron un guiño cibernético.
Es maravilloso que uno logre acumular tanta bondad y amor con tan solo pequeños momentos de interacción personal.
Escribir, es algo serio. Hay momentos que “uno” se piensa escritor por algunas flores y halagos, sin embargo, reconozco que estas líneas brotan de otros lados y que nada valdrían sin el concurso gentil de esas “otras” manos que se posan en las mías.
Arribo a esta edad con la sabia lectura de otros viejos labios, muchos ya idos, a quienes vi cultivar la bondad de la humildad y desterrar la soberbia de sus ojos piadosos.
Mal haría yo en acudir a tales desenfrenos.
Don Luis me dijo una vez; Máximo, la felicidad no existe, pero existe el “bien estar” …que no “bienestar”.
Don Tiberio, con su voz profunda clamó; ¡hay que amarrar al deseo!.
Igual le escuché a Hostos decir; “los instintos que llevamos dentro se combaten con la razón que los anula”.
De Martí, “el alma ha de quemar para que la mano escriba bien”.
¿De qué otra forma pudiese ser entonces? ¿cómo podría uno escribir desparramando líneas que vayan acordes a sentimientos lejanos, no sentidos?.
Sin la razón como sable que vaya abriendo el camino, todo sería turbio y estéril.
Sin el “bien estar” no sería posible el bienestar.
Sino amarramos los deseos nos volveremos vanos e inútiles.
Y si nuestra alma no quema…nuestras palabras serían huecas.
Es por esto que recibís constantemente lo que me brota del alma. No hay intenciones de descollar ni de figurar en “los mejores medios” solo difundir el mensaje.
No existe el afán de “llegar” porque lo que nace del alma siempre llega a donde corresponde. Así sea una sola persona.
Solo quería que supieras lo agradecido que estoy de que ayer te manifestaras con ese sentimiento limpio hacia mi persona.
No porque esté atado a las alabanzas o reproches, sino, porque lo que brota del corazón enriquece el corazón de todos.
A los 58 años uno aprende a no dar “tantas explicaciones” pero si tiende uno a confundirse, pues los veinteañeros nos miran como viejitos y los ochentones como “jovencitos”.
Estar en medio de las aguas no es un asunto fácil. La paciencia es siempre la mejor arma.
De todas formas, la felicidad no existe, ah! Pero si el “bien estar” que no bienestar… así que el año que viene me buscan mi pastel y me prenden mis velitas! Con virus o sin virus!. Salud!. Mínimo Caminero.
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach).
massmaximo@hotmail.com
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