El sociólogo Rafael Hernández nos ha remitido, desde La Vega, unas reflexiones tituladas “A propósito de las AFP y los Fondos de Pensiones”, de las cuales reproduzco una amplia porción:
“Uno de los grandes fraudes que en este país se hacen a los trabajadores y empleados es el uso no autorizado que hacen ciertos empresarios de los Fondos de Pensiones que los trabajadores dominicanos han ido acumulando a través del tiempo. Hay muchos requisitos para entregarlos y al morir nadie recibe nada, se quedan o buscan la manera de bloquear que cualquier familiar reciba lo que en justicia le toca, para apropiárselos allá arriba.
“En este país estar Pensionado es estar muerto en vida. Es un monto congelado en el tiempo y el espacio. Todos los empleados van recibiendo un salario o sueldo nominal que se va elevando según se devalúa la moneda y se dispara la inflación. Pero los montos que cobran los pensionados siguen ahí, torturándolos, condenándolos a muerte, porque reciben pensiones que no alcanzan para comprar la primera receta que debe consumir todo envejeciente por los achaques propios de la edad.
No hay indexación por inflación para estos infelices y ningún gobierno, ni ningún sindicato de trabajadores asume hacer justicia con los pensionados y jubilados entablando una jornada de lucha que reivindique las necesidades que tiene estos “parias” del sistema capitalista, que ven a otros disfrutar de opulentos salarios, mientras ellos no reciben con qué comer bien ni un solo día. Y el término que encaja para estas víctimas del sistema es ese de “parias”, porque quedan abandonados a su suerte, los sacan de los seguros de salud y no los admiten en ningún otro tipo de seguros por su edad.
En su gran mayoría no están en capacidad de insertarse como entes productivos, pues su fuerza de trabajo quedó en la fábrica, en la oficina o en el aula.
“Y a propósito de los maestros, quienes tienen un sindicato muy combativo, incluso un sindicato que quienes lo levantaron con sus magros sueldos de entonces son los ahora jubilados, nunca han recibido el reconocimiento de quienes ahora dirigen, para poner su mirada en los profesores jubilados que quedan mudos, sordos, ciegos, paralíticos, desahuciados por los médicos de tantas enfermedades y achaques, que viven deseando la muerte antes que seguir sufriendo sin esperanzas algunas. … Hay que hacerle justicia y que sus pensiones sean elevadas al mismo nivel de lo que cobran ahora quienes están en los cargos que ellos ocuparon en su tiempo y con lo que fueron pensionados. Eso sería hacer justicia de verdad”.
(El autor es escritor y periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
rafaelperaltar@gmail.com
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