«Lo que piensan que soy, lo que pienso que soy, lo que realmente soy…» William James.
¿Pudiera existir alguna otra cosa tan confusa para nuestra «limitada «mente? Quizás muchos «pensarán», que saben quiénes son por solo saber su nombre… Eso nos va dando «algún intento» por definirnos…
La realidad es que el asunto es mucho más incierto e inalcanzable a nuestra consciencia.
Pongamos, para no perdernos «mucho» en este latido, que hay dos realidades, La que usted cree ser, y la que «en verdad» usted es. No le voy a añadir la tercera, porque «esa», es la que «ustedes piensan que soy» y esa, es simplemente una percepción que varía de individuo a individuo.
Encima, que esa tercera «opinión» está fuera de usted y para saber «algo», con cierta certeza, es necesario inculcar desde sus adentros y eso, muchas veces, ni uno mismo puede interiorizarlo.
Lo que piensan que soy, está infectado de interés, ya bien sea por beneficio ajeno o por jodernos la vida. Me explico, te quieren o no te quieren, es muy sencillo. El que te quiere, lo hace porque te puede besar, o porque se va a «beneficiar» de «ese querer». Igual el que no te quiere, se beneficiara de tu desgracia…
Si tienen una opinión favorable de ti, es porque ven que eres una persona que aporta al mundo y en consecuencia representas un bienestar para todos, lo contrario, en el caso contrario, valga la redundancia, para ahorrarnos peroratas.
Bueno, dije que no le añadiría la tercera, pero sé me fue la mano, De todas maneras, volquémonos a las que más nos deberían de interesar, ya que estar pendiente a que nos quieran o nos odien, es un asunto estéril y «distrayente» al que debemos de obviar, de lo contrario seremos esclavos de la opinión de los demás.
¡Aquí vamos con las que sí debieran interesarnos, la que usted piensa que es y la que en verdad…es!
Me consta, que usted piensa que es único, un ser especial y «muy equilibrado». Algo, que le salió perfecto a sus padres y, sin dudas, el mejor de todos los hijos que tuvieron.
Yo te daré la razón en aquello de «único y especial» porque, efectivamente, es así. Eres un ser irrepetible y dotado de un cuerpo sumamente complejo que te hace serlo, aunque todos gocemos de «esa especialidad», sin embargo, esa «equilibriaridad» que podrías atribuirte es algo extremadamente raro en un planeta cargado de tantas tramas desestabilizadoras…
¡Lo que pensamos que somos, es engañoso, ya que, en el fondo, en algún lugar, profundamente guardado, existe «una verdad» que saca la cabeza discretamente y nos dice; ¡Tú no eres eso! Es decir, nos engañamos a nosotros mismos.
Cuando Jesús, pregunto a sus discípulos. ¿Qué dicen ellos que soy? ¿Qué dicen ustedes que soy? Ellos, piensan que eres Juan, Elías, Jeremías u otro profeta. Y nosotros, dijo Pedro, que, eres el mesías, hijo de Dios. Y Jesús «complacido Y temeroso» a esto último, les pidió… que guardaran el secreto…
Pero también agrego algo que es digno de meditar…
«Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo».
Aquí está claro que «esa» ambivalencia que tenemos, entre; lo que creemos que somos y lo que «realmente» somos, hay que atarlas y desatarlas para lograr alcanzar «esa armonía» que metafóricamente nos dice el mesías…
La llave del cielo, es alcanzar tu consciencia, lo que reamente, eres y no ese robot que te lleva y te pone a pensar chochadas. Tu consciencia nunca muere, al cuerpo hay que desatarlo y liberarlo de esos egos, para que la consciencia llegue liberada de estos absurdos y breves deseos terrenales.
El que soy, no es lo que tú piensas, ni siquiera lo que yo mismo sabría decir que soy. Lo que soy es algo que está más allá de lo que podríamos alcanzar a pensar. Pero, mientras este donde estoy, necesito de ese «yo» que «creo ser». Es decir, yo, en esta dimensión terrenal, soy el que soy…
Lo que creo que soy, no lo que, ustedes, crean de mí. Ni siquiera «ese» que «en verdad» soy tiene influencia en este otro que creo ser, no se me enreden y traten de seguirme el lío. Para sintetizar, yo sé, que existe otro dentro de mí que es el «verdadero» yo, pero a la vez, «entiendo» que existe «otro» que usurpa el lugar «de aquel», ya que, «aquel», no tiene permiso para estar aquí…
Como ya están todos perdidos y es un poco tarde, hasta aquí se las dejo, con la esperanza de que mañana, al levantarse, y mirarse al espejo, se sigan «reconociendo» y no se hallan «iluminado» con este latido, ya que alcanzar a ver «el yo» real, envuelto en este andrajoso cuerpo, debe ser muy jodido para él, un yo limpio y puro, acostumbrado a la belleza y el amor de otro mundo y donde «el yo» está mágicamente integrado a «todos los que piensan que soy» y entre todos formamos «ese yo» único e incondicional y omnipresente. ¡Salud! Mínimo Soyero.
massmaximo@hotmail.com
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach, EEUU).