Vieja impunidad, tan vieja como la protección de sus delitos desde las alturas del poder. Hubo una vez un destacado periodista del staff del decano de los diarios nacionales y productor de un programa de televisión semanal, muy relacionado con la CIA y el alto mando militar de los doce años de Balaguer; específicamente de los generales del grupo de Pérez y Pérez, Milo Jiménez y Lluberes Montás, del coronel Cruz Brea y el mayor Pou Castro.
Recuerdo que cuando asesinaron a Orlando Martínez, me lo encontré frente al hospital militar Lithgow Ceara. Fue a cerciorarse de que Orlando estaba bien muerto (físicamente muerto) y le dije lo que le tenía que decir y se puso verde.
Siguió en lo suyo. Estaba protegido y prestó “valiosos” servicios al régimen de terror y latrocinio presidido por Balaguer. Se sentía seguro hasta que su grupo comenzó a perder hegemonía militar, a consecuencia del impacto de sus innumerables crímenes de Estado y muy especial del caso Orlando; sobre todo le impactó la inseguridad cuando Balaguer y el PRSC fueron desplazados por el PRD-Antonio Guzmán.
Su temor, sin embargo, duró poco. Algunos de sus jefes fueron infamemente reivindicados por el PRD (Milo Jiménez-Canciller, Cruz Brea-Jefe PN y Pou Castro-General).
Más tarde, el impenitente periodista, supo engrapar con Jorge Blanco, con quien cultivó una cierta familiaridad, traspasada a Jorge Mera, y más recientemente a su gestión en Medio Ambiente (nominilla incluida), con el respaldo de la cúpula del PRM.
El asesinato de Jorge Mera y la designación de Ceara Hatton forzaron a su desplazamiento de allí y a la cancelación de una parte de la nómina espuria de ese ministerio, pero siguió apoyado por el poder de la vieja guardia perredeísta del PRM y a sus enclaves militares.
El personero de la comunicación traspasó conexiones a su hijo (incluida las militares, las del negocio digital naranja y la de Mike Pompeo, el más “troglo” de la CIA.
El heredero siguió administrando fiesta de millones (“de tal palo tal astilla”), pero con más torpezas e imprudencias que su padre…hasta pasarse de la raya con el “nuevo” DNI-CIA y desvelarse su asociación con facciones del partido y el Gobierno.
Tanto descaro, incluido amoríos con el PLD, fue aceptado por el presidente Abinader y la jefatura del partido, responsables de los nombramientos clave, civiles y militares, que auspiciaron esas conexiones.
Ignorancia es imposible de alegar; por lo que, si la acción de justicia no llega a esas alturas, será teatro y no más.
@narcisoisaconde
(El autor es dirigente político residente en Santo Domingo, República Dominicana).