Por Valentin Piña del Rosario
Una parte importante de la ciudadanía ha estado mostrando escepticismo en aplicarse las vacunas que ha diligenciado el gobierno para enfrentar la pandemia del COVID-19, que, por más de un año, afecta a la República Dominicana y al mundo.
A través de la historia de la humanidad, ha habido temores a los cambios y en cada caso surgen interrogantes y especulaciones sobre los beneficios pudieran traer y hasta muchos se abrogan el derecho de denostar la eficacia que de ellos pueden surgir.
Mientras tanto, los hospitales lucen abarrotados de pacientes demandando servicios, en un sistema sanitario que casi ha colapsado por la alta demanda y se suma ahora el problema de que se está escaseando el oxígeno en los hospitales lo que agudiza aún más la situación.
En relación a la pandemia del COVID-19 que ha puesto de rodillas hasta a grandes potencias, no nos queda de otra que vacunarnos, porque es la única forma visible que tenemos para salir de este mal que ha noqueado la salud del mundo, también lo ha hecho con la economía.
Dejemos de estar escuchando esas voces sabelotodo que son expertos en nada que viven minimizando los efectos y la calidad de la vacuna y peor aún que le atribuyen efectos malsanos hasta muertes a quienes han tomado la iniciativa de inocularse
Señores, ante la cantidad de infectados y muertos producto de la pandemia, no nos queda de otra para salir airosos de este maleficio, seguir observando con celos los protocolos sanitarios establecidos; cero tumultos de personas, uso de mascarilla y un constante aseo, y ponernos nuestras vacunas.
El primer responsable de su salud es usted, entonces por Dios vacúnese para que podamos cantar victoria.
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