«La ley debe ser como la muerte, que no exceptúa a nadie», afirmó el ideólogo de la ilustración, filósofo, escritor y jurista, Charles-Louis de Secondat, barón de Montesquieu. Frase lapidaria que sirvió para conceptuar principios de la democracia occidental.
Otro filósofo, René Descartes, consideró que: «la primera máxima de todo ciudadano ha de ser la de obedecer las leyes y costumbres de su país, y en todas las demás cosas gobernarse según las opiniones más moderadas y más alejadas del exceso». Hoy que los abruptos vomitados desde las redes sociales, violentan tantos derechos humanos, fundamentales de las personas, sus frases lapidarias resuenan en nuestras mentes.
En la actualidad, la involución en el lenguaje, consumación de actos violentos y ultraje desde distintos contenidos difundidos en la información mediática, nos hace reiterar la necesidad de perseguir, judicializar, sancionar los delitos de prensa, falta de respeto y vulneración a derechos humanos que se cometen en las redes sociales. La ley suprema es el bien del pueblo, en ella está su salud, decía el gran orador Cicerón.
Si bien no tenemos un marco regional y mundial, cada Estado posee normas nacionales que mientras este se gesta, contribuyen eficazmente a frenar desatinos; acciones estólidas, palurdas.
Por ejemplo en la República Dominicana, tenemos la Carta Magna, leyes especializadas; adjetivas y sustantivas, como la 61-32, de Expresión y Difusión del Pensamiento; 200-04, de Libre Acceso a la Información Pública, 172-13, sobre la Protección Integral de los Datos Personales; 192-19, sobre protección de la imagen, 1-12, concerniente a la Estrategia Nacional de Desarrollo 2030, entre otras normas, decretos y códigos deontológicos. Estrategias de transformación digital, Nacional de Ciberseguridad 2030, creada mediante el Decreto 313-22 y Nacional de Inteligencia Artificial (ENIA), Decreto 498-23. Además, la Agenda Digital y de Innovación…
Fuimos el primer país en ratificar el Convenio sobre la Cibercriminalidad, mediante la Resolución 158-12. Este suscrito en Budapest el 23 de noviembre de 2001, es la base legal a nivel internacional para prevenir actos que pongan en peligro la confidencialidad, integridad y disponibilidad de los sistemas, redes y datos informáticos. Inspiración para la Ley 53-07 sobre Crímenes y Delitos de Alta Tecnología. Es por ello que debemos accionar en justicia, cuando nos vulneren derechos fundamentales desde los medios de comunicación, ¡estas normas nos salvaguardan!
Se expresan con claridad meridiana al castigar las expresiones perniciosas, que solo buscan dañar derechos inherentes, humanos y fundamentales de la población, como la dignidad humana: el más importante de todos los principios y valores, de todos los derechos; valiosa en sí misma y que debe ser siempre defendida.
Es un craso error, permitir que en las redes sociales se mancille el buen nombre, honor, intimidad, dignidad y moral de las personas…, La libertad de expresión y difusión del pensamiento, que nos asiste a todas y todos por el hecho de ser personas, se debe disfrutar respetando estos derechos. De los contrario, quien los vulnere, debe resarcir.
Castigar a quienes violentan la reputación es un compromiso apremiante. Pasar de acciones nimias, que aumentan desconfianza en la población a sanciones oportunas, reales. Todo aquel que con el uso de medios sintéticos o deepfake, creados o generados por IA, o no, difunda mentira emotivas en sus contenidos, falsee o modifique la realidad con intención marcada de dañar, debe ser sancionado.
Como es bien sabido, toda persona posee derechos, que debe disfrutar a plenitud. Pero, para que esto suceda, debe cumplir deberes y responsabilidades, incluso, especiales. En ese sentido, la sociedad demanda que se norme el contenido emitido desde los medios electrónicos; redes sociales…, como forma de propiciar el correcto comportamiento de las personas.
Es penoso que reputaciones, familias, profesionales sucumba ante la constante iniquidad que brota de los medios electrónicos, redes sociales. iQué gran paradoja en el Siglo de Información, cuando desde el lenguaje, la comunicación, información, derechos fundamentales y la democracia debería estar robustecida!
Sin lugar a dudas, la creación deliberada de información, sean estas gestadas por bots, empresas, desde la malquerencia humana…, y difundidas en las redes sociales, constituyen hoy, una mácula para la comunicación.
iCastigo a quien distorsione; socave derechos inherentes!. Aunemos esfuerzos para que se elimine la involución informativa; el aquelarre que persiste en los medios de comunicación modernos. Para que se retome el uso diáfano de los contactos, de las herramientas informáticas que nos trajo la Internet e innovación tecnológica.
Si queremos paz, democracia y desarrollo de las naciones, urge perseguir y sancionar la irresponsabilidad en la información digital, mediante un código regional, mundial que prevenga y mitigue daños ocasionados por la nueva realidad alternativa, la posverdad y noticias falsas o Fake News, de las que no debemos no ser promotores. Por eso, es preciso cuestionar todo lo que escuchamos y vemos.
Insisto, es necesario que en nuestros Estados las plataformas de Internet, redes sociales, medios digitales, sean reguladas y tipificadas las infracciones, para garantizar un régimen de consecuencia penal, sin que esto signifique coacción a la libertad de expresión. Qué usemos la digitalización para educar, combatir desacierto, perversidad, imperfección…, propios de esta Era de la Información o Informática.
Porque, la libertad de expresión implica respeto a la reputación, honra e integridad, de las personas. Es decir, a su buena imagen, honor e intimidad. Entonces ante lo listado, se puede afirmar que actualmente, el exceso de información y la mala gestión de esta, amenaza a la paz social de las naciones.
En ese orden, seamos vigilantes, combatamos en alianza el contenido impostor, a sus creadores solo buscan dañar la buena fama, valores morales, honor, honradez, decencia, rectitud, honestidad…, de seres potables; fuentes de bien hacer en nuestras sociedades.
Frenemos las funas o ajusticiamientos mediáticos que se realizan desde las redes sociales; comentarios difamatorios, falta de veracidad, injurias. Se recalca que la libertad de expresión está subordinada a la verdad, respeto, dignidad y buen nombre de todo ser humano. Entonces, no hay excusa, ¡la ética, y uso de códigos morales, debe primar en los medios de comunicación, sean modernos; digitales y tradicionales, en el contenido gestionado por profesionales o no!. Ante la inobservancia de estos, es precisa la persecución, judicialización e imposición de sanciones drásticas.
Hasta la próxima entrega.
santosemili@gmail.com
(La autora es educadora, periodista, abogada y locutora residente en Santo Domingo, República Dominicana).