A Pleno Sol
Ni siquiera la presencia de Caronte en espera de los que se montarán en su barca para el viaje sin retorno, ha doblegado los egos y los enfrentamientos, que obstaculizan que se dé un intento de diálogo nacional para hacer frente a los problemas de hoy y mañana.
Ninguno de los sectores que lidian en la vida nacional tiene enfrentamientos ideológicos. Hoy todo es relación comercial o pronunciamientos electorales.
Lo demás, puede ser consensuado, pero están los deseos de principalías y de no juntarse con alegados enemigos.
Hoy más que nunca es necesario un gran diálogo nacional, no formulado como en el pasado, simples reuniones de café y platos finos, y que no llegaban a ninguna parte.
Hoy sin unidad no se podrá hacer frente a los problemas nacionales.
Llegar a acuerdos unitarios no significa claudicación, ni que se dejen a un lado ideas y principios.
Los tres principales candidatos pueden ir a una mesa de diálogo y consenso y mantener sus individualidades y enfrentamientos.
Desde hace dos meses la sociedad dominicana cambió, y sus principales protagonistas tienen la misma cartilla bajo el brazo. No se dan cuenta que cuando todo se normalice, nada seguirá igual.
La apertura de tiendas e industrias no significa normalidad, mientras el virus luce con fuerzas huracanadas.
Con un millón de personas que tenía la seguridad de su salario y hoy está en la calle, nada puede ser igual, con la cantidad de muertos, o afectados física y emocionalmente, nada puede ser igual.
Lo más sencillo, con el grueso de la población en cuarentena por dos meses, indica que nuestro mundo cambió.
Pero seguimos apegados a los métodos arcaicos, los que deben ser tirados en el basurero y comenzar a trabajar en una sociedad nueva.
Los cambios continuarán marchando, aunque muchos políticos y líderes empresariales se queden fuera.
La agenda para ir a un diálogo nacional debe estar en blanco. Dictar puntos antes de comenzar, es poner condiciones de cumplimiento a los que no están interesados ni en el primer vestigio de unidad.
De ahí, que es hora de fortalecer cualquier sentimiento unitario, por más leve que sea.
Tiene obligatoriamente que haber un mediador. Me parece que las iglesias pueden jugar ese papel. Tanto las cristianas como la católica.
El obispo de Santo Domingo, monseñor Francisco Monseñor Francisco Osoria y el pastos Ezequiel Molina Sánchez, y los principales religiosos locales, son buenos candidatos a llamar a ese diálogo.
¡Caramba!, pero si los seguidores de Cristo también tienen sus divisiones.
Dejemos a un lado lo que obstruye una unidad para la acción, porque sin el concurso de todos, el país no logrará salir de esta múltiple crisis.
Los cambios urgentes para mantener a flote este navío, necesitan dejar atrás la soberbia y la individualidad. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
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