En los momentos de crisis sanitaria, económica y política que tiene el país hay que celebrar una gran cumbre, donde esté el presidente Danilo Medina y los tres principales candidatos presidenciales. Reunirse cara cara, con la distancia requerida por la seguridad sanitaria, y hablando con franqueza.
Esa cumbre debe ser convocada por el presidente Medina, y de seguro que la aceptaran Gonzalo Castillo, candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana; Luis Abinader, del Revolucionario Moderno, y Leonel Fernández, de la Fuerza del Pueblo.
Si alguno de estos precandidatos rechaza la invitación, entonces se debe celebrar con los que acepten. El país necesita unidad para la acción. El coronavirus no podrá ser atajado con una fuerza solitaria y personal, sino con la colaboración de todos los ciudadanos.
La sociedad dominicana se ha fragmentado tanto que ya los mediadores desaparecieron. Era otra época y otro instante. A pesar de ser un Cardenal altamente polémico, Nicolás de Jesús López Rodríguez era un gran ejecutor de cumbres y diálogo.
En ocasiones se inclinaba hacia uno de los bandos, y en las viejas pugnas del doctor Joaquín Balaguer y José Francisco Peña Gómez parece que tenía simpatías por el autor de «Lucía». En sus enfados se olvidaba de la misión y la equidad de un arreglador de entuertos.
Es famosa su frase de que «debajo de esta sotana hay un hombre», en una pugna que tuvo con el licenciado Jacobo Majluta. Su sustituto en el arzobispado de Santo Domingo es un monseñor de bajo perfil, sin garras para pleitos profundos y el cual con timidez aborda los problemas sociales.
El eterno mediador, monseñor Agripino Núñez Collado, fue pensionado por la sociedad civil, cuando creó las altas cortes, y sacó del diálogo los problemas políticos, para dar paso a la sentencia de los tribunales Constitucional y Electoral.
Como los eternos mediadores están congelados y jubilados, lo que se impone es que directamente el presidente Medina haga un llamado a una gran cumbre nacional, para tratar todo lo relacionado con el coronavirus. Después de este infierno sobre la tierra, viene una gran recomposición nacional, y eso hay que discutirlo con los tres principales candidatos.
Los sobrevivientes viejos izquierdistas, que en su juventud tenían barbas, afro, y una boina negra con estrella, y bajo el brazo sudaban el Libro Rojo de Mao, o el folleto de Lenin «Un paso adelante, dos hacia atrás», decían que en la guerra y en la política era necesaria la unidad para la acción. Ahora es necesaria una gran concertación para abrir trochas a un mejor futuro. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
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