Reflexiones en el cambio #47
Conozco a Danilo Medina desde hace más de 25 años. Lo conocí mientras visitaba él a mi padre en la casa de Cambita, San Cristóbal. Tal vez ni él mismo se acuerde, pero nuestra cercanía inició en el 1999, cuando varios amigos crearon un puente para que se acrecentara esa relación, entre ellos Vinicio Castillo Semán y Aristipo Vidal.
Danilo conocía a la perfección mi relación de amistad con Leonel Fernández, que databa de hacía varios años, y sabía que si yo daba el paso de apoyar al PLD lo haría a través de mi amigo. El siempre fue respetuoso de esa amistad, sin desmedro de que entre nosotros surgiera otra gran amistad, producto de la empatía mutua y de mi admiración por él como dirigente político audaz que era en ese momento y no dudamos sigue siendo.
En aquel entonces, todo el que me hablaba de Danilo me lo describía como un organizador nato y un conocedor avezado de la dirigencia y la militancia de su partido. Debo admitir que como cuadros políticos he tenido respeto por cuatro dirigentes a quienes considero extraordinarios: mi compadre Vicente Sánchez Baret, mi estimado José Ovalle, el hermano de mi padre, Don Rafa Gamundi y, quien más sobresalía de todos ellos, Danilo Medina Sánchez.
Todos saben que apoyé a Danilo en el 2000. Ya contaba con una iniciada amistad y el binomio Leonel- Danilo era el que controlaba al Partido de la Liberación Dominicana, Leonel con la fuerza de las ideas, Danilo más pragmático, atendiendo la estructura y la organización. Ambos eran «las dos alas de un mismo pájaro», el PLD.
Una de las razones que me hizo apoyarlo en el 2000, momentos en que no le puse condición alguna para acompañarle, fue que él, al igual que Leonel, me reconocía mi condición de dirigente con una importante experiencia, ya que había sido uno de los articuladores de la tendencia de Salvador Jorge Blanco; había dirigido la juventud del Bloque Institucional Socialdemócrata (BIS) y había legalizado a éste como Partido, siendo a la sazón Presidente de la organización desde la vuelta de mi estimado Hipólito Mejía al Partido Revolucionario Dominicano (PRD).
Danilo y Leonel sí sabían cuál era nuestra capacidad, trabajo y vínculos, porque en la campaña del 94 y la del 96 quien esto escribe había dirigido las relaciones inter-partidarias del comando de campaña del Acuerdo de Santo Domingo y, en la segunda vuelta, tuve a cargo la campaña de mi padre en el Cibao, desde Santiago.
Profundos desencantos con el PRD y la ida a destiempo de mi padre me llevaron a un acuerdo con el PLD en el año 2000, mientras amigos cercanos se burlaban de que los votos que yo tenía cabían «en una guagua de Onatrate» (así se llamaba la OMSA de hoy), cuando sacamos casi 50 mil votos en esas elecciones demostramos a los incrédulos que las cosas no eran como pensaban.
Cuando el PLD perdió el poder en el año 2000, me mantuve en la oposición y siempre en contacto permanente con ambos, con Leonel y Danilo, pero claro y consciente de que el candidato para 2004 lo sería Leonel. Admito que para Danilo también.
Nuestras relaciones se estrecharon aún más en las elecciones del 2004, ambos con la tarea de hacer fuerte al PLD y yo buscando apoyo externo y de partidos para la alianza, lo que permitió la creación del Bloque Progresista. Sin embargo, pude conocer las condiciones reales de Danilo como hombre de Estado cuando, al vencer en esas elecciones, resultó Danilo designado como coordinador de la comisión de transición del nuevo gobierno, compuesta por 6 integrantes y de la cual nosotros formábamos parte. Ahí conocí un Danilo bonachón, conocedor como nadie del alma humana y del pensamiento de la base de su partido. De hecho, ni siendo Presidente delegó su contacto personal con la dirigencia partidaria, conservando los contactos de la mayoría de los dirigentes en su teléfono y llamándolos personalmente.
Fueron sus fuertes vínculos con la base los que lo llevaron a la decisión de enfrentar la repostulación de Leonel siendo Presidente en el 2008, pero más inteligente fue mucho después, en el 2011, cuando buscó a Leonel para que lo apoyara. Logrado ese apoyo, ambas maquinarias político-electorales juntas hicieron lo casi imposible, parar el «llegó Papá», que se veía casi inexorablemente como ganador en el 2012. Una de las razones que determinó la derrota de Hipólito en esas elecciones, sin duda, fueron las amenazas de que llevaría a la cárcel a connotados dirigentes peledeístas. Eso produjo la unidad interna, ya que «el guapo de Gurabo», siendo presidente, les había mandado para Najayo a varios ex funcionarios, por lo que su advertencia fue tomada muy en serio por la dirigencia de la tolda morada.
Pese a mi colaboración en el triunfo de Danilo en 2012, y cómo articulador de la unidad que se produjo en el 2016 entre él y Leonel, siempre sentí de él un afecto muy especial hacia mi persona, pero advertí siempre el celo por mi cercanía de hermandad con Leonel, que nunca le negué y por lo cual no formé parte de manera directa de su gobierno.
Agradezco que siempre me distinguiera en público y que me consultara para temas delicados, pero las diferencias de intereses pudieron más y optó por desoír mis consejos, que fueron siempre los de un amigo, prefiriendo escuchar las lisonjas y mentiras de sus nuevos aliados. Y digo «nuevos» porque, en su mayoría, fueron los mismos que habían estado al lado de Leonel cuando era Presidente.
Siendo Danilo Presidente le advertí lo que le pasaría si seguía ese camino, y preferí que mi partido saliera del gobierno antes que aceptar mentirle y sumarme al corifeo de los que les decían que «como quiera» ganaría ese proceso electoral, pese a la división que creaba la posible ida de Leonel del partido si se le imponía un candidato.
Le expresé claramente a mi estimado Danilo, en su cara, como hablan los auténticos amigos, lo que le sucedería. Aún más, le predije el tsunami electoral que en lo senatorial también le llegaría, pero él no me creyó. Solo después de la derrota del 5 de julio vio la realidad y, en una larga reunión que sostuvimos, en la que participó mi buen amigo José Ramón, reconoció lo fallido de la estrategia peledeísta.
Durante esa reunión no quise mortificar al amigo, pero sabía que se despertarían los demonios contra él, porque estos eran otros tiempos, los de las redes sociales. Además, que las indelicadezas de su entorno lo harían objeto de la mayor de las persecuciones, desconsideraciones e irrespetos. Creo, en mi humilde parecer, que mi amigo Danilo perdió el control y, en medio del fragor de la confrontación interna, en los dos últimos años se aprovecharon de él, se cometieron cosas que ahora a él mismo le sindican por el nivel de cercanía con sus ejecutores o beneficiados.
Siendo sinceros, más que del propio gobierno o del ministerio público, Danilo es un perseguido de la «sociedad virtual», que escandalizada por los informes de las acciones de corrupción realizadas y los montos envueltos en los supuestos hechos no le sacan el guante de la cara al ministerio público, para que actúe contra su círculo íntimo de familiares, amigos y colaboradores.
Ante la delicada situación actual, me tomo el atrevimiento de recomendarles a todos los actores sociales y políticos lo siguiente:
1- Que se recuerden que estamos en medio de una pandemia, cuyos efectos serán devastadores para la región y que tienen que tener cuidado en no crear una crisis política, que se lleve lo que nos quede de democracia, porque, aunque la valoración presidencial es altísima, las horas bajas le llegarían a funcionarios del gobierno como consecuencia de las secuelas socioeconómicas del Covid-19.
2- Que las redes sociales son altamente emocionales y que hoy van tras los danilistas, pero mañana puede que vayan tras los funcionarios perremeístas. Es importante que reconozcan cómo actúa el dominicano, cuál es su idiosincrasia. Nosotros somos críticos del incumbente, de quien ostente el cargo, no de la persona en sí; por eso ustedes ven funcionarios del pasado y generalotes que hicieron grandes fortunas y hasta con deudas de sangre, más caminan de lo más campantes. El dominicano es de «memoria corta», no lo duden, en poco tiempo irá contra los actuales funcionarios, no importa que sean nimiedades lo que busquen, porque al morbo lo que le interesa es el escándalo.
3- Que los amigos de la Fuerza del Pueblo no se deben contentar con eso, porque puede ser que también les toque lo suyo, por la crítica que les hiciera Doña Milagros Ortiz Bosch, entendiendo que ellos «también tienen sus pecados».
4- Este es un pueblo noble, inmensamente bueno y no le gustan los abusos ni las persecuciones selectivas. Nada más hay que ver lo qué pasó con los presos del caso Odebrecht, que al poco tiempo la misma sociedad digital pidió que los soltaran por las débiles pruebas presentadas.
5- Creo que es más efectivo para el Estado resarcirse los bienes que han sido sustraídos que meter preso a nadie, porque hasta ahora las prisiones lo único que han hecho es legitimarle sus fortunas mal habidas, porque si usted pagó con cárcel y con escarnio público entonces ya no le debe al Estado ni a la justicia. Más y mejor se haría con la recuperación de los recursos, que mucha falta le hacen al país, sobre todo en estos momentos. Un circo mediático no resolverá nada, ya lo verán
6- Hay que evitar la aversión entre gente de poder, porque esa espiral de odios que se puede estar creando es muy peligrosa para la Democracia misma. Si por cosa del destino llegasen los peledeístas nueva vez al Palacio Nacional, en el PRM no quedarían cabezas en pie y, para los que creen que esto es imposible, los remito al 1986, cuando Balaguer volvió al gobierno. Y miren que lo ocurrido en el gobierno de Danilo es «cosa de niños» si se comparan con los desmanes cometidos en los 12 años, con la tremenda deuda de sangre del balaguerato para con este pueblo, que cercenó a su juventud. Pero ese mismo pueblo masacrado por los incontrolables fue a encumbrarlo al poder en solo 8 años… y cuando volvió se tiró 10 años más.
7- Yo no pierdo la objetividad. Danilo, con todo y lo que se le acusa, hizo un buen gobierno y el que yo haya sido su adversario no me hace desconocer esa realidad. Si las cosas empeoran social y económicamente para el país, producto de las secuelas de la pandemia, no lo duden, por más que ustedes vean lo que vean, subirá la imagen de Danilo y entonces eso será un gran dolor de cabeza para algunos que hoy creen que esto no pasará.
8- Es verdad, el país está hastiado de la impunidad y la mega corrupción y algo hay que hacer con esta situación que permea toda nuestra sociedad. Por eso creo que es preferible recuperar los bienes y quitarle el efecto mediático, que al final nada resuelve, solo que se politice un tema que debe ser manejado institucionalmente, sin los intereses electorales que tanto daño le harán a los políticos y a la democracia. El pueblo necesita resultados, no apresamientos con aparataje que lo único que harán es crear un círculo de venganza.
9- El caso Salvador Jorge Blanco demostró, con creces, que si bien algunos se beneficiaron y abusaron de su confianza, ni él ni Doña Ásela fueron responsables, quedó clarísimo que ellos no se beneficiaron de modo alguno con la corrupción.
10- En nuestro país la corrupción es sistémica, es endémica, histórica y familiar. Mientras solo se busque a los políticos y no a los verdaderos beneficiarios, a los dueños de las inmensas fortunas, dudo que eso tenga un efecto positivo, por el contrario, desprestigiará aún más la clase política y dejará incólumes a los verdaderos corruptos del país.
Las masas son volubles y ahora son virtuales. El que crea que está comprando lealtades perdurables con llevar sangre al circo, pronto se dará cuenta de que las redes quieren más y más, que son insaciables, de manera que terminarán pidiendo la cabeza de los justicieros de hoy, como le está pasando en Brasil al Juez investigador de Lava jato, Sergio Moro. Los que no me creen los remito a leer dos artículos muy enjundiosos, «El desairado fin de lava jato» del reconocido politólogo Gaspard Estrada publicado por New York Times y un estudio de varios expertos publicado en el periódico El País, titulado «Los procesos a ex Presidentes en América Latina, un desafío para la credibilidad de la justicia».
Estoy muy de acuerdo con que persigan a quienes se hicieron ricos con la corrupción. Solo difiero de los métodos más que de los objetivos. Soy de los que entiende que si el Estado recupera los bienes hace muchísimo más que estar metiendo preso a nadie. Además, no lo duden, perder su patrimonio les dolerá más a los miembros de los entramados de la corrupción que la propia cárcel y el Estado al final tendrá resultados más tangibles.
Por eso no recomiendo a nadie ir en lo personal tras Danilo Medina, porque esto al final lo convertirá en víctima, y si él tiene, que no lo sé, la resiliencia necesaria para soportar, podría salir de esa situación como un monstruo político, porque si la gente, después que deje de valorar intenciones hurga en el pasado para valorar resultados, pudiera resultar que las realizaciones del gobierno de Danilo hagan brillar de nuevo su estrella y, pese a la andanada de acusaciones en su contra, pudiera emerger con fuerza telúrica para decidir quién pudiese ser el nuevo inquilino del Palacio Nacional. Para quienes crean que es una opinión tremendista mía y no crean lo que aquí expreso, solo les pido que tengan un poco de paciencia y, si las cosas siguen como van, esperemos los acontecimientos.
(El autor es dirigente político residente en Santo Domingo, República Dominicana).
Comentarios sobre post