Por Jhonny Trinidad
Los verdaderos líderes protegen su integridad independientemente de las circunstancias a las que se enfrenten, ya que es el núcleo de los valores que representan. Con ella ganan confianza, admiración y, sobre todo, respeto entre sus seguidores.
Deben también tener capacidad de disuasión para convencer a las masas y lograr que se identifiquen con su causa y la abracen como a un estandarte.
Un líder no puede sucumbir fácilmente al temor, la tentación ni olvidar que tiene un compromiso casi sagrado con sus seguidores.
También debe evitar a toda costa que sus decisiones, por nebulosas que parezcan, no sean interpretadas como una traición, como ocurre con muchos de nuestros dirigentes políticos.
Escuché por ahí que, después de haber concitado el respaldo de la mayoría de dirigentes, militantes y simpatizantes del Partido Revolucionario Moderno (PRM) en Nueva York que clamaban y exigían que las autoridades de esa organización sean elegidas por medio de una convención, Alejandro Rodríguez (Tonton) parece haber cedido a la presión de sectores que favorecen el «método del dedillo».
Con ese reclamo se identificaron dirigentes de la talla de Rafael Mota Paulino, Daniel Jáquez, Aris Guevara, Luis Eludis Pérez, Felipe Mercedes, Jhon Sánchez, Ruddy Durán, César Mella, Juanita Martínez, Johanna Miranda (Beba), Pedro Julio Escorborg, Rafaela Gómez, David Williams, Argentina Macario, Javier Fuente, Rafael Núñez, Julio Feliz, Aridio Alcántara, Roberto Fleurimont, Diógenes de los Santos, Ramón Pierret y José Fernández, entre otros.
Todos se abrazaron a esa causa, no porque Tonton fuese el dirigente con más liderazgo, sino porque vendió un discurso de renovación y de respeto a los principios democráticos que dieron origen a su partido.
Tontón también había prometido sacar al partido oficialista de la inercia para acercarlo a la comunidad, no como instrumento electorero, sino como un partido vivo, de ayuda social. Asimismo, acusaba a Neftalí Fuerte y a Yulín Mateo de haber secuestrado al PRM.
La gente le creyó cuando ofreció abrir locales en Manhattan, iniciar la escuela de formación política y cuadros con cursos extracurriculares para capacitar a la militancia. Todo eso quedó en el olvido.
A parte de exigir convención, el amigo Tonton se vendió como el defensor de la base olvidada del PRM, a quienes prometió que crearía una comisión que evalúe las posiciones o vacantes disponibles en el gobierno para dirigentes en el exterior y aseguró que esas evaluaciones se harían en base a la antigüedad, capacidad, mérito y dedicación de los aplicantes. Y la gente también le creyó, lo cual fortaleció el liderazgo del susodicho.
Por todo eso, lo menos que merecen los dirigentes que abrazaron la causa de Tonton y que creyeron en sus promesas es una explicación lógica de por qué lo que antes era malo ahora es bueno, y por qué si Neftalí Fuerte y Yulín Mateo antes eran arrogantes y prepotentes ahora para Tonton son tan humildes y benévolos. Algo no convence.
Esa gente que se la jugó por Tonton llegó hasta a desafiar a la Comisión Nacional de Organización de las Elecciones y estaba dispuesta a lo peor porque creyó en él.
Esa misma gente ha quedado boquiabierta por la nueva postura de Tonton y podría pensar que fue utilizada y conducida «como borrego» a un juego cuyo resultado final sería el mismo «no matter what». Y es que resulta que el grupo de los malos se saldrá con la suya e impondrá a Yulín Mateo en la presidencia de la seccional.
Antes de aceptar la propuesta del bando contrario, Tonton debió ponderar que «poner» a Yulín Mateo en la presidencia es peor que dejar a Fuerte y no ayuda mucho a la reelección de Luis Abinader. Además, presagia un futuro nefasto para el PRM, ya que se trata del dirigente más impopular que tiene ese partido en la Gran Manzana, uno que carece de carizma y no tiene ni una pizca de empatía.
Esa jugada no cuadra y Tonton está en la obligación de explicar por qué cedió tanto terreno a sus adversarios sin consultar con los dirigentes con los que conformó un supuesto «bloque unitario» para «tumbar» a Fuerte de la presidencia de la seccional.
Finalmente, amigo Tonton, recuerde que los verdaderos líderes están en la obligación de consultar y comunicar sus decisiones a las personas que dirigen. Usted no hizo eso, se equivocó y nos falló a todos.
jhonnyt2.5@hotmail.com
(El autor es periodista dominicano residente en Nueva York).
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