A Pleno Sol
La sociedad dominicana exige y demanda cambios de inmediato. Modificaciones a la forma de vida social, política y económica, en la cual todos estén envueltos. Los cambios benefician a unos y perjudican a otros. Siempre hay que pensar en el concepto de la mayoría.
El cambio no se puede implementar aplastando derechos adquiridos por algunos, pero tampoco desconociendo el surgimiento de una vida digna para la gran mayoría. Lo difícil es lograr el equilibrio. De hecho nunca se puede alcanzar. Al final se impone la sinrazón, o todo queda igual.
Para lograr la institucionalidad de un país, se necesita crear un pedestal fortificado en la educación, la libre oportunidad de la superación, el respeto al derecho a la vida y en especial, que aunque sea en el papel, todos sean iguales ante la ley.
Por siempre la humanidad ha luchado por estos patrones, pero nunca se han podido alcanzar. Siempre la minoría domina a la mayoría. En una ocasión era por las armas, por la fuerza, en otras, por el control económico, y en la más en una mezcolanza de intereses.
Hoy se torna difícil imponer el gobierno de una clase. Los marxistas planteaban que solo el proletariado iría al poder. Se impone en el mundo de hoy la concertación, donde todos los sectores saben que tienen que ceder y se tienen que sacrificar.
Las masas irredentas en diferentes ocasiones de la historia han vendido su conciencia y su libertad a cambio de un mendrugo de pan y de tranquilidad, lo cual paulatinamente se convierte en hambre y la paz de los cementerios. Es hora de que haya un despertar, aunque el continente latinoamericana va hacia el resurgimiento de los conservadores.
Pero la derecha simplemente podría ser una rémora de la guerra fría. Hoy se puede subsistir con el capitalismo de rostro humano, que ofrece paliativos y permite libertades y oportunidades de saltos sociales. También con los radicales que al peinar canas visten de saco y corbata y gustan de las tertulias de plazas comerciales y no el avatar callejero. Difícil camino, donde los cambios solo van para un lado.
Las instituciones dominicanas todas son de gelatina y de piernas de cartón. No han podido desarrollarse. El siglo 20 fue el de las dictaduras y gobiernos de fuerza. Las constantes revueltas fueron un ejemplo de la intolerancia y las respuestas. Caso aparte de la revolución de abril del 1965, donde la guerra Patria fue por la Constitución, el derecho y de enfrentar a la intervención militar norteamericana.
Más recientes fue el abril de la poblada a Salvador Jorge Blanco y el gobierno del PRD. Los ajustes impulsados por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional llevaron al país al despeñadero. Se dio un golpe de sorpresa en base a las festividades y resguardos de la Semana Santa. El pueblo respondió en las calles.
Abril, el de la poblada, fue una coyuntura especial. Llegó y se fue y solo dejó un reguero de muertos. Todo siguió igual. Fue un ventarrón que levantó heroísmo, sangre y muertos, pero al final el camino siguió siendo tortuoso, difícil e imposible. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
manuel25f@yahoo.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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