Cuando Rene Descartes dijo, en el siglo XVII «pienso, luego existo», ya otros, contemporáneos suyos y mucho antes, lo habían «pensado».
Aristóteles lo manifestó de la siguiente manera; «si por el hecho que percibimos o pensamos sabemos que somos». Ósea, que el «existir» lo hemos definido como sensación o pensamiento.
Gómez Pereira, anterior por unos años a Descartes, expreso; «conozco que conozco algo, todo lo que se conoce es; luego soy».
Ser libre pensador muchas veces nos lleva al racionalismo. Aquella «forma de pensar» provoca que tanto la filosofía como la ciencia abandonen la metafísica aristotélica.
La que plantea que; «el ser y la unidad son una misma cosa».
Nietzsche, en el siglo XIX, planteaba que descartes estaba equivocado pues consideraba su enunciado como un «silogismo» es decir, que no estaba demostrado.
¿Cómo podríamos demostrar que existimos porque pensamos o que lo que pensamos es lo que existe?.
Tengo que darle la razón a Descartes y todos los racionalistas que llegaron a esta brillante conclusión. Nietzsche, podrá divagar en las «pruebas» pero, «sin pruebas»…se equivocó.
No creo que sea necesario pedir más prueba que las del pensamiento mismo. No podríamos existir sin antes haberlo pensado. Somos lo que somos por nuestros pensamientos.
Hay gente odiosa, alegre, optimista, pesimista. ¡Hay gente cuerda y gente loca…la mayoría! Hay gente inteligente y gente ignorante…también la mayoría. Y hay gente distraída y otros que se dedican a escribir todas estas pendejadas.
¿De qué nos sirve saber que somos lo que pensamos? ¿o que pienso y luego…existo?.
Yo diría que de mucho. Cuando uno hace conciencia de que «existir», como decía Aristóteles, es «una sensación» o pensamiento, entonces uno comienza a cuidar más sus pensamientos.
Pensar bien que no mal, definitivamente que nos brindara una vida más feliz, más dinámica, mas…vida.
En mi recorrido por este viaje terrenal, logre aprender, quizás algo tarde, que todos aquellos pensamientos que me atormentaron por las situaciones que provoque o no… fueron estériles y solo mermaron mi salud y bienestar.
Aprendí a bloquear los pensamientos tortuosos permitiéndole a mi alma que aprendiera a fluir y flotar sobre los inevitables de la vida.
Si se quemaba la casa y perdía todos los recuerdos y documentos…comenzaba una vida nueva y hasta podría cambiarme el nombre…mínimo!.
Las tragedias son inevitables y nos cargan de un dolor insoportable. Solo lo que pensamos puede salvarnos de continuar con una existencia apropiada.
Reconocer que existe algo más allá de nuestra carne, que nos llega desde un abismo que se nos pierde en algún punto de nuestras cabezas debe servirnos como una esperanza de que nunca dejaremos de existir, que estamos porque «somos» de algún lado.
Si pienso en amor, existiré en amor. Si pienso en alegrías, existiré entre ellas.
Podría afirmar aquí que, posiblemente tengamos un destino marcado, incluso, que venimos al mundo como computadoras programadas con características impuestas por las estrellas en nuestro signo zodiacal, pero, si logramos pensar positivo le daremos a nuestra existencia una vereda más ligera.
Nada perderemos con intentarlo, de hecho, tenemos este momento justo de existir sin saber lo corto o prolongado que será ¿qué esperas para comprobar que somos lo que pensamos?.
Por cierto, yo no he logrado concretar mis pensamientos positivos de manera constante.
Sigo teniendo mis malos momentos, pero, cuando estos llegan miro a mi alrededor y sonrió. La vida es muy breve para andar cargando cruces que se pierden por la misma puerta en la que llegaron… aquella que abre y cierra nuestros pensamientos, es decir, nuestra existencia. ¡Salud!. Mínimo Caminero.
massmaximo@hotmail.com
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach).
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