El truco está en la mente. Sin embargo, esta, no parece estar nunca consciente. ¿Pensamos realmente lo que decimos? O ¿Pensamos realmente lo que somos? Yo creo, más bien estoy seguro, que no estamos conscientes de quienes realmente somos como «ente» o individuo.
Tanto usted como yo y todos los demás, somos lo que decimos en este mundo donde vivimos. Todo lo que expresemos será válido para «identificarnos» como persona. Somos lo que decimos, pero, no somos lo que pensamos. La ambivalencia es general de nuestra condición humana. Pero antes de continuar con este latido, permítame aclararles «algo» antes que terminemos todos confundidos.
¿Los pensamientos, de donde surgen? ¿Los podemos controlar? ¿Estamos conscientes de quien los produce? ¡La respuesta es siempre no! Por más que usted se lo crea, no somos capaces de controlarlos, ni menos saber su origen o quien los provoca.
Constantemente estamos diciendo cosas sin sentido, aunque juremos que lo tienen. Nuestros pensamientos no siempre están de acuerdo con lo que decimos. Yo sé que nos estamos enredando, así que seguiré intentando «desenredarnos»
«Pensamos» constantemente, ser mejores personas. Cambiar esto o lo otro son pensamientos conscientes elaborados por «esa forma» errática u agresiva o «contraria» en la que actuamos. Tengo que ser más tolerante, más amable, menos hablador, invasivo, coqueto, entre un montón de desavenencias que se nos salen de las manos a pesar de «pensarlas» cambiar constantemente.
¡Total! Que termina uno olvidándose de lo pensado y por ahí andamos actuando como ratoncitos, rasgándole la vida a los demás. Husmeando cosas ajenas que en nada colaboran en poner en funcionamiento «esos pensamientos» que nos dicen que hagamos lo contrario y que actuemos «correctamente»…
¿Somos lo que decimos o lo que pensamos? Es muy difícil «ser uno» teniendo estos contrincantes luchando infinitamente. Ser «uno» al parecer está oculto detrás de los pensamientos. ¡Ese «ser interior» que es «lo que en verdad somos»! ¡Se oculta! Como un espectador al que tienen amarrado al asiento del cine y se le tiene condenado a ver la película sin intervenir…
Lo «fuerzan a observarse» en su desplazamiento de ambigüedades. Pienso esto, pero hago esto otro. Me juzgo por mis defectos y, sin embargo, los repito. Estoy consciente de mis hábitos dañinos, más permito que me controlen. ¿Quién diseño este juego de la vida? ¿Un sádico que goza con vernos debatir entre un mundo material y otro «etéreo»? Dos mundos distintos manejados con un mismo lenguaje.
El material se nutre de lo material y vive en un mundo material, mientras «el divino» ese que vive en el aire de nuestros pensamientos, va en desventaja, ya que solo se nutre en nuestros sueños y encima le caen algunas pesadillas. Se le da la misión de arrepentirse, de juzgarse, de verse como «deberían» ser los chicos buenos, pero todo eso son utopías no adecuadas para una dimensión que necesita saciarse de sólidos.
Somos lo que decimos o lo que pensamos? Al final hay una fusión entre ambos, son las herramientas auxiliadoras de un cuerpo inerte al que toman a su empeño. Se lo gozan, lo alimentan, lo mantienen activo como a un robot al que manejan para »satisfacer» ciertos propósitos. Lo que le digo ya lo he pensado, aunque este cuerpo desarrolle sus propias «ambiciones y deseos» y hasta llegue a revelarse adicto a los deseos experimentados.
Hasta aquí se las dejo, somos marionetas diciendo lo que no pensamos y pensando lo que no decimos. Un verdadero defecto de diseño que se le salió de las manos al constructor. Algo así como esa famosa inteligencia artificial que terminara diciendo todo lo que pensamos y hasta lo que no también… ! Salud! Mínimo Caminero
massmaximo@hotmail.com
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach, EEUU).
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