Estoy convencido de que mucho antes de diciembre volveremos a abrazar a nuestros seres queridos sin temor a contraer coronavirus, que se convertirá en un capítulo más de la historia que contaremos sin desear recordar sus episodios tenebrosos.
Ahora estamos en el epicentro de ese huracán sanitario que ha causado estragos en Asia, Europa y que apenas inicia en América Latina y el Caribe, razón por la cual todo lo que se ha hecho en República Dominicana en materia de prevención ha sido como cavar la trinchera para el combate.
La población ha dado muestra de conciencia, comprensión y espíritu de sacrificio ante las medidas de contingencia aplicadas por el Gobierno ante las malas nuevas del COVID-19, aunque afloran excepciones de inconducta ciudadanas.
El aislamiento social se erige como la principal fortaleza de defensa ante el avance de ese virus, razón por la cual todos estamos compelidos a obedecer el horario de toque de queda (8:00 p.m. a 6:00 a.m.) y a resguardarnos en nuestros hogares el tiempo que sea indispensable.
Banco Central y autoridades monetarias inyectarán 500 millones de dólares al mercado cambiario y liberarán 52 mil millones de pesos para fortalecer carteras de financiamiento a sectores productivos, además de autorizar a los bancos formas de reestructuración de deudas y otras facilidades a sus clientes.
El Banco de Reservas aplicó un programa de flexibilización para sus clientes de tarjetas de crédito y de débito, que incluye la disminución de un 20% en su tasa de interés anual, disminución a un 1% el pago mínimo, de un 50% en el cargo por mora y la eliminación de cargos por retiro, consulta o avance de efectivo.
Esa institución anunciará otras medidas para aligerar la carga en el manejo de deuda de sus clientes hipotecarios y aplicará las carteras de préstamo a bajas tasas de interés con recursos liberados por el Banco
Central, ejemplos que seguramente emularán otras instituciones financieras.
La Administración Tributaria postergará el cobro de impuestos al sector hotelero, uno de los más impactados por la situación, como también ha dado facilidades en el pago del Itebis y del Impuesto Sobre la Renta a otros sectores y personas físicas.
El Gobierno anunció la ampliación de su programa de distribución de alimentos cocidos y crudos con énfasis en las comunidades con mayor nivel de vulnerabilidad, pero todo lo que se ha proyectado como medidas de contingencia económica y social, luce aún insuficiente.
Se requiere que el sector empleador se despoje de toda legítimo afán de lucro y procure abrigar con manto de esperanza y solidaridad a sus empleados o colaboradores, sin acudir a figuras jurídicas como suspensión sin derecho a salario, o cesantía sin pago de prestaciones en el plazo de diez días como manda la ley.
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