A Pleno Sol
La inseguridad ciudadana, el alto costo de la vida, el desempleo y la falta de concertación para lograr programas de desarrollo e institucionalidad, serán temas vitales en la campaña política que ya se inició en el país.
La lucha por las precandidaturas tiene como meta central los enfrentamientos que vendrán de cara a los comicios generales. Poco importa que falte más de año y medio para esa contienda, desde ahora se están armando los equipos.
La principal responsabilidad en buscar soluciones a estos males ancestrales, pero que ahora han tomado nuevas fuerzas, le corresponderá al gobierno. Si aplica paliativos, aunque no los solucione en forma total, podrá capear el temporal de frente a una eventual reelección.
Pero es difícil poder hacer frente a la inseguridad ciudadana. Hasta ahora se han ensayado numerosos programas, y ninguno ha permitido solucionar el problema. Cada día se va tornando más violento el ambiente, y hay un creciente temor entre los ciudadanos que piensan que no tienen segura su vida y sus bienes.
Es casi imposible erradicar la violencia e inseguridad ciudadana sin un plan central de hacer frente a todos los males de la sociedad, que parten desde la exclusión social, el analfabetismo, el desempleo y el cerco de la miseria que todo lo obnubila.
El alto costo de la vida corroe todo el caparazón de la vida dominicana. Lo conocen en carne viva los poderosos y los muertos de hambre. De día en día se impone el libre mercado, donde el comerciante fija los precios de acuerdo a la oferta y la demanda, sin tomar en cuenta los costos de producción.
Para poder atajar los continuos y crecientes precios de los artículos de primera necesidad, se hace necesario llegar a acuerdos con el sector empresarial y los agro-industriales. Una situación que a simple vista es fácil, pero casi imposible cuando se trata de intereses económicos.
Los cuatro principales partidos dominicanos han estado en el gobierno, y todos sus dirigentes saben los estragos que causa en los conteos de popularidad el alto costo de la vida, y las dificultades para que miles de dominicanos puedan comprar a tiempo sus alimentos y sus medicinas.
Ya la lucha entorno a esas desavenencias de la economía popular comenzaron, desde el púlpito de la Semana Santa. La iglesia católica fijo su parecer ante la situación económica del país, y sobre todo de los males que amenazan a la supervivencia de la familia nacional.
La iglesia todos los años en la Semana Santa, y en sus pastorales, presenta el drama de los desafortunados sociales, pero casi nunca se le hacen caso. Un par de días con titulares de periódicos y luego llega el olvido. Pero ahora es el momento de ir de frente a controlar el asfixiante alto costo de la vida, generador de la mayoría de los males que acogotan a la sociedad dominicana. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
manuel25f@yahoo.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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